juicio en Ourense por acosar a un moroso para cobrar



Llamadas insistentes, insultos, amenazas y visitas inesperadas a familiares Exigir el pago de 43.954 euros es el escenario que describe un hotelero de la ciudad que denunció a dos trabajadores de una empresa dedicada al cobro de deudas, que opera con la marca comercial “El Buda del Debator”. Los empleados respondieron ayer en la Cárcel 1 a la acusación de acoso y amenazas (el fiscal pide ocho meses de prisión). Fernando CV, por videoconferencia, y Pablo DV, desde la sala del tribunal. Nadie admite los crímenes, y la víctima niega la deuda.

El primer acusado Reconoció que habló por teléfono con el denunciante de manera “educada”. en dos ocasiones para saldar la supuesta deuda que tenía con un cliente de la empresa. “Mis conversaciones por teléfono eran en un tono cordial, como si fuéramos colegas (…); “Me sorprendió mucho la denuncia”, dijo Fernando. Mientras, El segundo acusado afirmó que nunca tuvo malos modales. en tus visitas.

El Buda del moroso

Pablo abrió su interrogatorio mostrándose sorprendido: “No sé por qué estoy aquí; “No he cometido ningún delito”. Admite que en una sola ocasión fue a la casa de P. (la presunta víctima) y, como no había nadie, le dejé una tarjeta en el buzón. La tarjeta roja leyó: “El Buda del moroso; la funeraria de recogida. Por favor contáctenos al (número de teléfono)”.

El perjudicado lo vivió de otra manera. Aseguró que lo acribillaron a llamadas (la primera el 9 de agosto de 2021), pero solo respondió “cuatro o cinco, por miedo, porque había amenazas”. Nunca vio al acusado, pero Sí lo hacía su padre o una tía porque iban a sus casas. (En el juicio sólo identificaron a Pablo). También hubo llamadas a su mujer y visitas a su sede de trabajo, donde dejaron la tarjeta, y se presentaron en el bar al que acudió para tomar dos cafés y dejar la carta de visita.

fingí el acento

La persona que llamó fingió un acento oriental y les dijo: “Soy Boris, el rumano”.. También se hacía llamar “Alberto González” o “el jefe”. En otra ocasión, la advertencia se intensificó: “Voy a tener que ir a verte la puta cara y cagarme en ella”. Para él, también significó una pérdida de prestigio familiar, especialmente cuando lo llamaron “violador y ladrón” delante de su tía.

El testigo informó que tenía miedo: “Salí del trabajo y siempre miraba por el espejo retrovisor”. El padre, una tía y un empleado del bar identificaron a Pablo como la persona que los visitó personalmente. El padre tiene residencia en Grou (Lobios) y un día apareció la puerta cubierta de tarjetas rojas.

El responsable de la empresa se desvinculó de las prácticas “mafiosas” denunciadas, alegando desconocer quiénes realizaban las llamadas y visitas. La empresa identificó a los imputados como las personas encargadas de recuperar la deuda de 43 mil euros, recordó la acusación. “Llevamos 20 años en el mercado y la empresa no cerró”, enfatizó. El método utilizado no incluye -precisó- amenazas ni coacciones. “Solo notificamos a la otra parte para llegar a una solución”.

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