Ángel González Abad: Verano de triunfos


La normalidad del toreo en Cataluña se vive desde todos los rincones excepto desde la Plaza Monumental anunciando los tradicionales carteles del verano. En las Tierras del Ebro los correbous se siguen celebrando con pleno ambiente de fiesta, algunos pueblos anuncian festejos en los que alumnos de la Escuela Taurina de Cataluña compiten con chavales de otros centros. Y también hay que contar tardes de gloria para los toreros de aquí que empiezan a perfilarse como verdaderas esperanzas.

Hablábamos hace unos días de la importancia de que el diestro Serafín Marín regresara a la primera plaza de toros del mundo, Las Ventas de Madrid, el día siguiente de La Mercè, y mientras tanto la temporada estival está siendo de singular esplendor para uno de los toreros que pone en marcha la escuela catalana que dirige Enrique Guillén. El joven Mario Vilau, como alumno destacado, está encadenando triunfos que hacen nacer la esperanza entre la afición.

En los días más taurinos del año los éxitos se cuentan por actuaciones. A modo de ejemplo: el 12 de agosto, dos orejas en Castellar (Jaén), al día siguiente, una en la presentación en el Béziers francés, el día 15, otras dos en un festival en Toledo, y los máximos trofeos veinticuatro horas después a una novilla en tierras jienenses. Si las orejas son goles, siete y rabo en cuatro jornadas no es un mal resultado.

A partir de entonces, las fechas se acumulan en su particular calendario hasta finales de septiembre, y con toda la cautela que hay que tener cuando se habla del futuro de un recién llegado a una profesión tan difícil como la que ha elegido Mario Vilau, la realidad hace que En este verano sin toros en el Monumental, los aficionados catalanes pueden seguir hablando de toros, ilusionados con un torero que avanza. Y hay más en ese milagro que es la Escuela Taurina de Cataluña. Seguramente también dan pie a contar sus hazañas.

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