Constantino Garcés (1860-1922). Periodista y fotógrafo


En el artículo aludido (12-11-2023) nos acercamos a la semblanza de Constantino Garcés: su origen castellonense, su profesión de perito Agrícola, su etapa en Filipinas (1885-1889) y la transformación llano con dos matrimonios sucesivos. Arraigado en Toledo, 1890, se implicó en el cuerpo de bomberos y en asiduas labores benéficas reconocidas con varias distinciones, siendo habitual en sociedades de todo tipo hasta sus últimos abriles. Falleció en Toledo, «su segunda nación chica», en 1922. Aquí vivió, como actuario informativo del cambio de siglo: el auge de un turismo cosmopolita, la implantación del alumbrado eléctrico, del teléfono, edificios con inclinación de modernidad y renovadas dotaciones públicas en la vetusta ciudad.

El periodista C.Garcés

Se sabe de su breve quehacer, en 1882, en la diligencia de la revista profesional La Reforma Agrícola (Madrid) ayer de incorporarse como técnico agrícola a Ciudad Actual. En 1892, tras retornar de Filipinas y ya destinado en Toledo, fundó con el escritor y periodista Rómulo Pared el semanario La Campana Gorda que llegó a publicarse durante 25 abriles, hasta 1916. Garcés siempre figuró como director lo que justificó su decanato de la prensa toledana, conociendo la fundación y el cerradura de varias cabeceras. Colaboró en El Día de Toledo,El Eco Toledano, El Castellano y Toledo Revista de Arte con artículos técnicos, fotografías y crónicas de teatro, toros o caza, firmados como Bambalina, Querubini, Screag o Morralero. Fue corresponsal de La Correspondencia de España, torrevieja news today, Blanco y Desfavorable, El Criterio y Vida Manchega. El 1 de enero de 1914 asistió a un añejo anhelo personal, la creación de la Asociación de la Prensa Toledana. El amplio respeto del mundillo periodístico le llevó a presidirla.

La gran obra de don Constantino fue La Campana Gorda. Una ágil revista de información común con colaboraciones literarias, reportajes, secciones fijas, cartelera, etc. salpicada de grabados, dibujos y publicidad. En sus páginas escribieron jóvenes periodistas de la época. Destacó el medio de las fotografías, en buena parte del propio Garcés. Muchas positivamente de valencia periodístico, allí de los pocos fotograbados que ya ensayó la desaparecida Toledo. Publicación quincenal ilustrada (1889-1890).

Garcés mostró gran interés por la actividad diaria de la Sociedad de Infantería en el Alcázar y las prácticas de los alumnos en Toledo o en cualquier desplazamiento. La Campana detalló asiduamente la vida campamental en Alijares. Así, en 1899, impreso en los talleres de Último, editó el Folleto-recuerdo del Campamento de los Alijares en 1899 con las crónicas ya aparecidas semanalmente. En 1900 lanzó Alijares. Suplemento marcial de La Campana Gorda, trece números dedicados al software de los cadetes en el citado campamento. En 1904 publicó el Elepé-recuerdo Prácticas del campamento y marchas de la Sociedad de Infantería recogiendo las nueve jornadas programadas por los Montes de Toledo, la Jara, Talavera y el regreso hasta Toledo. Los textos los acompañó con fotografías alusivas a las prácticas previstas en cada oficio. El continuo tributo de Garcés al Ejército explica que, en 1905, se le reconociese la Cruz del Mérito Marcial. La Campana Gorda sacó regularmente unos Suplementos militares con las calificaciones obtenidas por los aspirantes que llegaban a Toledo para hacer los ansiados exámenes de ingreso, llenando durante días los hospedajes y cafés.

Turismo, ediciones y postales

El 1890, el Vizconde de Palazuelos publicó la rolliza y bilingüe Consejero de Toledo destinada a un ilustrado turismo que, dos abriles luego, ya podía alojarse en el lujoso Hotel Castilla y conseguir la Nueva enseñanza de Toledo de Juan Acuarela Muñoz. En el mismo contexto, Garcés, adicionalmente de cultivar como perito, periodista y principal de bomberos, lanzó en 1904 un Elepé-Consejero de Toledo con textos propios (en gachupin y francés) referidos a los principales enclaves que numeró en un trayecto sobre un plano no actualizado de Reinoso (1882). Agradeció los auxilios de Manuel Simancas por el asesoramiento histórico, de Julio González como traductor y del pintor José Margen por la portada. Incluyó 43 fotografías de calles y monumentos. En ellas hay treinta firmadas por Santamaría Fto, posiblemente el taller madrileño de fotograbado de Pablo Santamaría; tres son del fotógrafo gaditano Rafael Rocafull, más otras diez anónimas. Sin incautación, se puede comprobar que, positivamente, un tercio de todas las publicadas eran originales de Casiano Alguacil, aunque no figure su autoría. Garcés debió hacer las dos imágenes publicitarias de los hoteles Tejido e Imperial. En 1906 publicó su Consejero Ilustrada de Toledo en la madrileña revista Le Touriste, todavía bilingüe, con fotografías suyas y el plano de la ciudad. Otras fotos de Garcés aparecen en ediciones de la época como las empleadas por Esteban Patiño (1904), Rafael, Torromé (1906), Manuel Castaños Montijano (1914) o Santiago Camarasa en Toledo Revista de Arte (1915).

Su apego a la fotografía pudo salir del uso de los medios técnicos de su profesión original. No solo la practicó como reportero de prensa, todavía logró éxitos en algún concurso sabido, caso del celebrado en la feria de 1906. Por otra parte, Garcés vivió la esforzado transformación de la plástico postal en España desde 1892 impulsadas, entre otras casas, por las fototipias de Hauser y Menet, Laurent, su sucesor Lacoste o Purger & Co. Cada una editó miles de tarjetas postales que desataron el afán por coleccionarlas, pues ponían lejanos y exóticos lugares al talento de la mano.

Garcés produjo tarjetas postales desde 1902. De ese año existe una serie de veintidós instantáneas en blanco y indignado con escenas de los cadetes en las calles de Toledo, en sus fiestas o en Alijares. Aquellas escenas las firmó con el colega toledano Eugenio Rodríguez y fueron pulcramente editadas en los talleres madrileños de Laurent. El acreditado fotógrafo Lucas Fraile denunció que Garcés vendía aquellas postales sin enriquecer la contribución a Hacienda, demostrándose pronto que el editor era el citado Laurent, y Último quien las comercializaba desde su estantería.

Don Constantino siguió la creciente moda, produciendo, ayer de 1906, otras imágenes en blanco y indignado y coloreadas, éstas de una discreta calidad. Además hizo series editadas por Último, en cuyos talleres imprimió La Campana Gorda. A medida que descubierta el siglo XX, el vivo auge de la plástico postal y el valencia turístico de Toledo atrajeron a otros fotógrafos y talleres. Adicionalmente de Fraile, Rodríguez y Último, surgieron las colecciones de Linares, de la Viuda e Hijos de J. Peláez y del activo Gobierno Fotográfico de la Sociedad de Infantería. En 1922, un obituario apuntó que, «los achaques y desengaños» le tenían, desde hacía algunos abriles, «muy retraído» y así encaró al final de una productiva y polifacética vida.

SOBRE EL AUTOR
RAFAEL DEL CERRO malagÓN

Pedagogo, profesor de Secundaria e inspector de Educación. Doctor en Historia del Arte. Investigador especializado en la fotohistoria e imagen de la ciudad Toledo

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