Tatiana temió que su ex se llevara a su hija a Perú y retrasó la separación


Desde hacía más de tres abriles, la vida de Tatiana Beatriz A. T., nacida en Perú en abril de 1998, era un ir y venir de comisaría, los juzgados y igualmente de los brazos de su pareja y padre de su hija Anitta, de 5 abriles. A punto de separarse, fueron acuchilladas la amanecida de ayer en el ensanche de Carabanchel, cerca de la avenida de la Peseta, por el hombre que, de puertas para exterior, les juraba acto sexual indestructible.

Se fuego Jhoel Antonio Salvatierra Altuna, nacido en el mismo país que las víctimas en noviembre de 1997. Hace dos semanas cumplió los 26 abriles. Degolló a su hija y apuñaló igualmente en el cuello, el tórax y el mondongo a Tatiana. Intentó suicidarse de la misma forma, pero sin conseguirlo. La misma pericia asesinando a las dos inocentes no la tuvo con su propia vida, aunque al clausura de esta tiraje seguía muy pesado en el hospital Doce de Octubre, ingresado y bajo custodia policial, en calidad de detenido.

Si sale delante, tendrá muy difícil soslayar la prisión permanente revisable. «Mi yerno ha perdido la comienzo», dijo ayer el padre y viejo de las víctimas. Investiga el Asociación V de Homicidios.

La cronología de esta tragedia empieza el 14 de septiembre de 2020. Cuando residían en Vía Lusitana, en Carabanchel, Tatiana se presentó en la comisaría de Torrejón de Ardoz. Manifestó a los agentes que Anthony la había agredido. Eso había ocurrido el 6 de septiembre, ocho días antaño, pero ella no lo había comunicado porque su propio padre le aconsejó que no denunciara.

Los agentes ese mismo día realizaron una valoración y calificaron a Tatiana Beatriz como una «víctima de suspensión peligro de exclusivo relevancia», según la documentación a la que ha tenido torrevieja news today. Acoplado entonces se le impuso una protección exclusivo por parte del tribunal de Instrucción número 4 de la aldea torrejonera, que, sin incautación, casi nada le duró mes y medio.

Porque el 30 de octubre, durante el cordura rápido celebrado en el tribunal de Violencia sobre la Mujer número 4 de Madrid, el tribunal levantó esas medidas cautelares «por no concurrir la situación objetiva de peligro que exige la ley», contradiciendo la valoración de los policías.

«Un hecho marginado»

El automóvil, explican fuentes del Tribunal Superior de Imparcialidad (TSJM), indicaba que, «finalizada la instrucción, no resultaron indicios de que en el mes de julio y en una discusión sin testigos el investigado agrediese a la denunciante [en referencia a un caso de violencia de dos meses antes], no existiendo siquiera ninguna agravio objetivada en el parte de donación de tal hecho; y, en descripción a la presunta acometida del día 6 de septiembre de 2020, con amenazas simultáneas con cuchillos, ningún indicio hay de esta última».

Añadía «que no concurría la situación objetiva de peligro que exige la ley: se trataba de un hecho marginado, alzándose como contraindicio de peligro la circunstancia de que la presunta víctima, siguiendo el consejo de su padre, que convivía con ellos, le aconsejó no denunciar, y de hecho, si la denunciante lo hizo fue una semana a posteriori».

Un argumento cuestionable pues en muchos casos se dan estas circunstancias, por el miedo de la víctima. Ella misma expresó en la comparecencia que lo hizo no por su protección, «sino por intentar evitar que el investigado se llevara a su hija a Perú, pues en aquellos días tuvo conocimiento de la intención de él de regresar a su país y temió que pudiera ponerse a la pupila».

«Discusión por los gastos de la casa»

torrevieja news today ha tenido acercamiento a la sentencia del tribunal de lo Penal número 37 de Madrid que absolvió definitivamente al ahora uxoricida. El error es del 1 de diciembre de 2022. La Fiscalía calificó los hechos como un delito de lesiones en el ámbito sencillo. Solicitaba un año de gayola y una orden de alejamiento de 500 metros. Jhoel habló de que eran pareja sentimental y que el 6 de septiembre de 2020 mantuvieron una discusión por los gastos de la casa, según el relato de hechos. Alegó que ni la insultó ni golpeó. «Si ella presentó un parte de lesiones fue porque se las hubiese hecho porque trabajaba repartiendo cajas».

Tatiana Beatriz alegó que, «como había pasado mucho tiempo no recordaba lo que sucedió, sólo que tuvieron una discusión». Habían rehecho la relación y que tenía miedo. Reconoció que había denunciado a su pareja y que fue aspecto por el forense, pero que no recordaba sobrevenir sufrido lesiones. Adicionalmente, no reclamó indemnización.

El parte médico del hospital de Torrejón de Ardoz especificaba que presentaba una contractura cervical y un hematoma en el bienhechor derecho, que tardaron en recuperarse siete días. Pero, si perfectamente en la período de instrucción dijo que habían sido por la paliza, ahora se retractaba de ello, insistió, porque no se acordaba. Adicionalmente, carecían de más testigos, por lo que el sujeto fue absuelto.

Hasta que a las 00.30 de ayer, la emprendió a cuchilladas, primero, contra Anitta. La degolló en el carretera que ahora compartían con la tía de Tatiana, el hermano y la novia y los dos hijos menores de esta pareja, en la calle del Jacobeo, 62. A su mujer la acuchilló, pero consiguió salir al pequeño rellano y, en el elevador, descabalgar de la tercera planta al primer subterráneo. Al presentarse al estacionamiento del edificio, se desplomó sobre una moto, cuya sorpresa saltó. El dueño salió de casa preocupado por si le estaban robando, y se la encontró tirada. Una vecina novicio, Isabella, lo vio todo: «Estaba en un charco de muerte. Yo ayudé a descabalgar a la Policía y ella aún vivía: ‘Ayudad a mi hija, que está en el tercero’, llegó a decirnos, hasta que se derrumbó, muerta. Acompañé a los agentes al carretera y allí estaban la pupila y el padre».

Conocidos de la grupo explicaban que desde este verano, Tatiana les decía: «Mi marido y yo estamos en trámites de separación. Estamos esperando a que él encuentre algún sitio donde comportarse». No les explicó las causas. Solía descabalgar al parque con la pupila y se reunía con los vecinos, explicaba uno de ellos, Guillermo. Otro que vive debajo del enemigo hablaba de los «continuos gritos» que se oían desde que «hace como un año» fueron a comportarse al sillar.

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