Miquel Porta Perales: Consolación


Tengo la impresión de que, en el asunto de la investidura de Pedro Sánchez, el PSC ha hecho el negocio de Roberto con las cabras. Ese Roberto que decía enriquecerse cambiando dos cabras blancas por una negra creyendo que la chiva negra valía más que la blanca.

De envés a la efectividad, hay que preguntarse si el PSC ha ganadería peso en el Consejo de Ministros de Pedro Sánchez. Antiguamente del cambio, en la antecedente reunión, el PSC ocupaba los ministerios de Transportes, Movilidad y Memorándum Urbana y el de Civilización y Deporte del Gobierno de España. Luego del cambio, en la coetáneo reunión, el PSC solo tiene el tarea de Industria y Turismo. El PSC, ¿ha ganadería o perdido con el nuevo gobierno? Contento, lo que se dice contento, no está. Un «tesina colectivo», asegura. Y se consuela aduciendo un par de cosas que son las de siempre: que el tarea que ocupa –que recibirá 7.000 millones, asegura ese hombre de palabra que es Pedro Sánchez- es importante, a pesar de que muchas de las competencias están transferidas a las Autonomías, y que en el sottogoverno del PSOE y Sumar –secretarios de Estado, subsecretarios, secretarios generales, directores generales, directores ejecutivos y más- hay muchos socialistas catalanes. Pocos ministros y muchos segundones que, todo sea dicho, son los que conocen los asuntos ministeriales y hacen el trabajo. A la pérdida de un tarea hay que añadir la pérdida de la Presidencia del Congreso de los Diputados. Una pregunta: ¿Carles Puigdemont exigió que en el Consejo de Ministros hubieran pocos ministros socialistas catalanes?

La cuestión es la posterior: ¿el PSC se merecía un solo tarea si tenemos en cuenta que el socialismo catalán ha aportado 19 escaños –siete más que en 2019- a la investidura de Pedro Sánchez? Más: ¿merece ese trato un PSC que ha colaborado –es aseverar, que ha callado y tragado disciplinadamente- en la infame maniobra de Pedro Sánchez –incluso ha engullido la indulto sin aparentemente ningún problema- que ha presbítero a sus adversarios políticos en Cataluña y que quizá perjudique –el desgaste del proceso de investidura- los intereses electorales del socialismo catalán? El PSC, que de alguna modo ha sacrificado una parte de su tesina en beneficio de Pedro Sánchez –a eso se lumbre fidelidad y fidelidad-, sigue silencioso. Y cuando deje, no dice ausencia. Incluso –por miedo a perder apoyos progresistas y de paso satisfacer a don Pedro- el PSC de Barcelona acuerda –la propuesta es de ERC y los Comunes- «interrumpir» sus relaciones con Israel. El PSC se consuela como Roberto –dos por una- con las cabras.

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