Las joyas cargadas de futuro para la Cañada Real


La bisutería, desde lo más profundo de la historia, no solo es símbolo de poderío crematístico, de status político. Incluso ha venido representando motivos devocionales. Ya se sabía en la Prehistoria, y esto es poco que debe resultar claro. La filigrana, este arte portátil, debe dejar por unos momentos de ser considerada como un riqueza cultural por los neutrales, que diría el poeta de la poesía, y convertirse en símbolo de poco más: de permanencia, de lo sobrenatural, de pertenencia a una clan, un punto, a un poco que es, en el fondo, lo que la justifica, como alegoría móvil de lo bello en una sociedad tan dada a lo inmediato. Desde Tartessos hasta Roma, pasando por el ajuar de hoy mismo. De cualquier casa.

Resulta que incluso la bisutería, usualmente considerada una actividad poco dada a auxiliar al prójimo, por otra parte puede servir para proteger la educación de los menos favorecidos: la de los niños de la Cañada Positivo para los que la formación, distinto de un acto de rectitud, es un acto de carencia. Es la afición de Montemadrid con la puja digital y física de sus tesoros más destacados: por valía, historia, tradición o firma creadora.

Es verdad que desde el día 5 se podrán pujar por Internet por estas joyas que, según los organizadores, están a un precio beocio que lo que indica el mercado. Pero en esto reside el beneficio social. Apartado de relojes y abalorios. Aunque este primer acercamiento escasamente es nadie en comparación con las joyas que van al amejoramiento educativo de la Cañada Positivo. Es animoso el calendario social, que según el responsable de programas de las de la Fundación Montemadrid, Cristóbal Sanchez, pugna por se la «escolarización», y no sólo. Incluso por dotar de capital ayudas a una zona con «problemas energéticos» pero por otra parte, usualmente afectada por la yerro de atención al escolar con micción especiales. Esa es la finalidad, el tercer año que la Cañada es beneficiaria de esta iniciativa.

Pero hay que ver el precatálogo que se puede consultar en internet. Fogosidad la atención una sortija de platino presidida por un corindón Ceylán en el centro, proveniente de la Casa Munoa de San Sebastián de 18 kilates. Todo esto lo explica, entre el mostrador y un vitrina ‘ex profeso’ Altamira Pérez, responsable de Subastas 1702, didáctica en un mundo enrevesado al profano.

321 abriles, el corchete

De cerca, un rosario cordobés del XVIII lleva el escudo de una clan de rancio cuna andaluz adjunto a otras obras. Insisten en el bajo precio de salida. Un corchete del XIX que se abre en pétalos, un riquezas con «se estaría toda una vida confeccionándolo», asevera Pérez. (2.800 euros).

Sobresale incluso una miniatura curiosa, un collar/tapabocas de plata con unas coste para abrir a pujar muy bajo: 120 euros. Un complemento que puede coronar cualquier traje de sombra.

En lo que más inciden, desde Cristóbal Sánchez a Altamira Pérez, al director de Elmonte, de Fundación Montemadrid y de Subastas 1702 es que ya se puede presentarse el catálogo, que el día 5 empieza la subasta online y que la pública, que tendrá punto el día 12 en el proscenio de la Casa Encendida, con «su lucha de pujas», entendida en un «sentido maravilloso»; el navideño.

Porque quieren transmitir la imagen de que una «subasta no es poco prohibitivo». Y no podía sobrevenir mejor ocasión que la conmemoración de los 321 abriles de la constitución de esta entidad.

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