¿Hacia dónde va el partido republicano de EEUU? Todo está en manos de Donald Trump



Nadie se engaña: Trump sigue siendo con inmensa diferencia el republicano con más probabilidades de ser el candidato a presidente el año que viene. Los datos son apabullantes.

Por ejemplo, la delantera en puntos sobre el futuro candidato es de 50 -¡cincuenta! Los demás, todos juntos, tienen poco más de la tercera parte de apoyo que él tiene.

Y va de claro privilegiado para triunfar en las primarias iniciales en siete semanas en Iowa y New Hampshire, que marcarán el tono con que se ensenada la carrera electoral. Pero igualmente cierto es que parece difícil pensar que sus problemas judiciales no puedan tener en ningún caso una consecuencia electoral negativa para él.

Los inteligencia pendientes del magnate

Perder en alguno de los múltiples juicios criminales que tiene pendientes supondría tener que elegir por un condenado. ¿De verdad eso no alteraría el voto de al menos una parte de los republicanos?. ¿Sufragar por cierto que, entonces, legalmente no podría ni elegir por sí mismo?

Más aún, en varios estados Trump podría no poder presentarse por las denuncias en su contra por insurrección. Eso querría proponer que los republicanos, si él fuera el candidato, no podrían competir en esos estados ni, por consiguiente, sumar sus votos electorales para alcanzar la presidencia. Tal vez algunos republicanos pensarán entonces que sería mejor elegir por un candidato que tuviera más opciones reales de triunfar cuando de verdad cuenta: en noviembre contra Biden. Y, por consiguiente, votarán en las primarias del partido por un candidato diferente.

Y, lógicamente, en los juicios saldrán detalles que difícilmente dejarán al expresidente en buen oportunidad. Hoy mismo se publica que para defenderse de una de las denuncias en su contra en Colorado, Trump alega no acaecer prometido nunca defender la Constitución saco. Ni siquiera cuando juró el cargo de presidente.

En suma, los problemas judiciales pueden traerle, quizá, beneficios políticos pero igualmente serios problemas electorales. Solo el tiempo lo aclarará. De ahí la importancia de quién va de segundo privilegiado candidato republicano. Por si posiblemente.

Los posibles rivales de Trump

El llamado a acomodarse esa posición ha sido durante más de un año el administrador de Florida Ron DeSantis. Pero a estas jefatura es evidente que su candidatura no ha cumplido las expectativas. De hecho, su posición ha sido ocupada por la ex gobernadora de Carolina del Sur y ex embajadora en la ONU Nikki Haley.

Esa percepción es lo que ha hecho que la principal fundación conservadora, American for Prosperity, financiada por el multimillonario Charles Koch, haya pedido el voto en las primarias para Haley y puesto a su disposición entre 70 y 100 millones de dólares y su inmensa red de miles de voluntarios que irán puerta por puerta pidiendo apoyo para ella.

La delantera de Haley sobre DeSantis es igualmente que ella no se ha enemistado con los votantes de Trump del mismo modo que Ron DeSantis. Su desventaja es que ella está en principio más alejada del máquina del Partido Republicano.

Singular, Haley ha conseguido igualar o exceder a DeSantis en las encuestas para las primarias de Iowa y New Hampshire. Si uno de los dos no sale perfectamente parado, lo regular es que se retire -si no quiere que Trump sea el candidato.

En suma, la candidatura de Haley empieza a tomar claro aspecto de alternativa. Pero, al final, tanto ella como el resto de candidatos republicanos saben que no dependen de sí mismos. Todos dependen de Trump.

O, mejor dicho, del horizonte legislativo de Trump y sus impredecibles consecuencias electorales.

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