El alboroto histórico, que se podrá contemplar en el centro toledano hasta el 4 de febrero de 2024, tiene la particularidad de combinar el carácter religioso y el laico enmarcado en el medio ambiente dieciochesco. Pertenece a los coleccionistas Amador Valdés y Julián Valdés, que han cedido las piezas que forman esta ambiente tradicional napolitana.
El arte del belenismo se configura como una obra de arte que trasciende lo religioso en rebusca de lo popular, constituyéndose como una tradición que pervive hasta nuestros días y que fue declarada Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial 2022.
Los orígenes del alboroto
Según recogen algunos textos el origen del alboroto se remonta a los siglos XII y XIII, como fue conocido en su época el Coche de los Reyes Magos, de procedencia toledana y considerado, por otra parte, la primera obra de teatro castellana.
Sin secuestro, su popularidad alcanzó sus mayores cotas en el siglo XVIII de la mano de Carlos III. El monarca había sido antiguamente Rey de Nápoles y difundió en España esta tradición napolitana unido a su esposa, la reina María Amalia de Sajonia.
Los primeros belenes se remontan a representaciones encontradas en catacumbas romanas anteriores al siglo V, pero los primeros con el significado presente que mantenemos proceden de san Francisco de Asís, quien en 1223 organizó en Greccio (Mustio, Italia) un alboroto viviente en la Nochebuena.
Inspirados en textos bíblicos y apócrifos, los belenes se concibieron como una compleja manifestación efímera, de frecuencia anual, que congrega en torno a ella toda una empresa artesanal de gran riqueza e inventiva muy relacionada con la promoción de las artes aplicadas, institucionalizadas por los monarcas absolutos de la Ilustración.
Esta tradición se difundió por todas las colonias y posesiones de la Corona Española en América, Filipinas e Islas del Pacífico, y se mantiene actualmente.