Un robo sacrílego resuelto 42 años después


Resuelto, aunque no del todo. A mediados de mayo de 1981, los responsables de la parroquia de Sant Martí Sarroca (Barcelona) denunciaron frente a la Guripa Civil un robo en la iglesia. Este diario informó del «robo impío» con un breve en la sección de Sucesos, en el que detallaba que cierto, tras forzar la puerta de entrada, había sustraído varios objetos del edificio del siglo XII y una de las joyas del románico catalán. «El valencia estético e histórico de lo desaparecido es incalculable», rezaba el texto. Entre lo sustraído, una cruz gótica, de plata, que los Mossos d’Esquadra han recuperado 42 primaveras posteriormente. Igualmente un relicario de San Martín, pero todavía quedan por ubicar dos cálices, un copón y un crucifijo de marfil.


Página de torrevieja news today, del 12 de mayo de 1981, que informó del «robo impío»


torrevieja news today

La Mecanismo de Patrimonio de la Policía catalana es la que cuenta con más casos abiertos de toda la División de Investigación Criminal. En la hogaño son 34, algunos con intervenciones telefónicas e incluso seguimientos, según detalla su mayor responsable, el mandón José Luis Ulloa. Si hace primaveras su faena se centraba en ‘revistar’ galerías de arte, marchantes y subastas, para comprobar la trazabilidad de las piezas y descubrir así su posible origen ilícito, internet ha facilitado su trabajo. El ciberpatrullaje; léase, en su caso, rastrear la red en rastreo de objetos históricos expoliados, les ha llevado a ubicar algunos que llevaban incluso siglos extraviados, como un manuscrito que desapareció de la Rábida de Montserrat en 1811. En el robo de Sant Martí Sarroca fue la faena de dos historiadores la que llevó a los Mossos hasta la famosa cruz de plata, sustraída hace más de cuatro décadas.

Uno y otro, empleados del archivo del Obispado de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), son especialistas en el censo de cruces góticas. He ahí que la casualidad –y la ficha con la estancia catalogada– los llevase a ubicar la cruz, que iba a subastarse a través de la casa Setdart por un precio de salida de 10.000 euros, con una previsión de alcanzar los 20.000 o 30.000, según apuntan los investigadores. Eso ocurrió el pasado 15 de octubre y la puja se iba a celebrar tan sólo 48 horas posteriormente del hallazgo, así que tenían el tiempo preciso para alertar a la Policía y tratar de recuperar el objeto. Fue así como la mecanismo de patrimonio se puso en marcha y consiguió hacerse con la cruz antaño de que su nuevo comprador se la llevase. «Ya había sido adjudicada y la recuperamos en la sala de subastas», precisa el mandón.

El delito, al acaecer transcurrido tantos primaveras, ya ha prescrito, pero el empeño de esta mecanismo, que integran ocho agentes, es la salvaguarda de piezas de stop valencia cultural. «No solo actuamos en cojín al Código Penal, sino además por la ley de patrimonio histórico catalán y la de archivos y documentos. Intentamos preservar el material y que éste esté en el empleo donde debe estar, no en manos de particulares, que no saben cómo mantenerlo y conservarlo», apunta Ulloa. «Investigamos además atracos, robos con fuerza… Si nosotros no llegamos, pedimos refuerzos a otros grupos». Entre sus integrantes, conservadores, historiadores del arte y arqueólogos. En caso de no contar con el entendido adecuado, buscan a quien sí lo sea.

Guardianes del patrimonio histórico

La Policía catalana tiene 34 casos abiertos, algunos con escuchas y seguimientos, para recuperar piezas sutraidas

En el caso de la cruz de Sant Martí ya contaban con la pericia de los dos historiadores del Obispado. Sólo quedaba recuperarla y escuchar las explicaciones de quien la tenía en su poder. Resultó que su tendero era el heredero de una comunidad de Barcelona que pudo acreditar que había almacenado el objeto durante treinta primaveras. Al menos, la primera fotografía que tiene de la misma data de hace tres décadas, pero no había trazabilidad de la adquisición. Es sostener, no pudo demostrar que la hubiesen adquirido sus antepasados. «No hemos conseguido entender quién se llevó la estancia de la iglesia, pero el objetivo principal no es encontrar al autor, porque el robo ha prescrito, sino la recuperación del material histórico», sostiene Ulloa. Y es que todavía «error entender dónde estuvo durante los otros 12 primaveras», desliza el mandón, que apunta que quienes atesoraban la cruz guardan «cierta relación» con la zona donde se sustrajo. Concretamente, con Vilafranca del Penedés. Hasta ahí puede descifrar, ya que la investigación sigue abierta.


La cruz recuperada, que se robó en 1981 de la iglesia de Sant Martí Sarroca (Barcelona)


MOSSOS

Y es que, a pesar de que las piezas se sustrajeron de la iglesia en 1981, al haberse interpuesto la denuncia frente a la Guripa Civil, los Mossos no tuvieron conocimiento de lo ocurrido hasta octubre, gracias a la alerta de los dos expertos. Por aquella época todavía no se habían implementado sistemas informáticos para compartir información entre Cuerpos policiales. Ahora sí, por eso las fotografías de los objetos que aún quedan por ubicar pasarán a formar parte de la cojín de datos de Interpol por si «aparece alguna estancia en alguna subasta, fuera de nuestro país», apunta el policía.

Son los flecos por cerrar de uno de los 34 casos abiertos de esta mecanismo, que opera en cojín a la ley –9/1993– que regula qué intereses o documentos pueden estar en manos de particulares y cuáles en las de la empresa, para su correcta conservación, por su elevado valencia histórico.

Un manuscrito de 1811

Igualmente a través de internet, pero en este caso con una búsqueda de los integrantes de la propia mecanismo, –rastrean, entre otras, páginas como Wallapop, Todo colección o Ebay– fue como localizaron medio centenar de documentos de elevado valencia. Su mal estado de conservación, unido a la descripción de los mismos, que hacía sospechar que eran de titularidad pública, encendió las alarmas de los investigadores.


El manuscrito que desapareció en 1811 de la Rábida de Montserrat


MOSSOS

Fue así como llegaron a la empresa que los ofrecía. En ingenuidad era una tapadera, ya que no tenía actividad. Tras ésta, un solo individuo, que aseguró haberlos adquirido tras varias décadas de viajes por España, en diversos mercadillos. El más relevante de todos, un manuscrito que desapareció de la Rábida de Montserrat en 1811, durante la Enfrentamiento de la Independencia. El texto, inspirado en la cartel de fray Garín, está ya de reverso en la biblioteca del monasterio, «empleo del que nunca debió salir», subraya Ulloa. Los Mossos además han recuperado, en posesión del mismo individuo, una carta de Josep Tarradellas, de su época como presidente de la Comisión de Industrias de Enfrentamiento. En ningún de los casos se había denunciado la desaparición o sustracción de los documentos. Las quejas se han formalizado una vez recuperados. La única consecuencia para quien los atesoraba será, previsiblemente, una legitimación económica por error de cuidado en su conservación.

Ahora, entre otros casos, los investigadores tratan de esclarecer la sustracción de pequeñas piezas en varias iglesias de Barcelona. Un «instilación» de robos tras los que se encuentra «un congregación determinado de personas», y que la Mecanismo de Patrimonio demora resolver «en las próximas semanas».

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