Así lo explica su hija, Jayne Baldock, en ‘Metropolitano’. Su religiosa falleció por “retrasos y error de comunicación”. Gina acudió a su médico de larguero en octubre de 2020 a posteriori de sufrir ictericia y la enviaron al hospital, donde le dijeron que probablemente era una forma de cáncer de páncreas, pero que las pruebas no eran concluyentes.
Durante los siguientes seis meses, la mujer estuvo yendo al hospital, donde le hicieron varias pruebas para descubrir qué tenía. Sin requisa, no lo confirmaron. “Pensé que tenía que ser una buena informe, pero no lo fue, porque volvió a tener ictericia y empezó a revelar un deducido frito equívoco. Los médicos nunca me explicaron, pero desde entonces descubrí que lo más probable era que se tratara de una hemorragia gastrointestinal”, dice.
La mujer explica que a posteriori de varios meses les llamaron del hospital para dialogar con el médico, pero no les confirmaron qué tenía. “Nos dijeron que no sabían qué era, pero que no era cáncer”, recuerda.
Cáncer de páncreas en etapa 2
“Entonces un día se desplomó en el suelo rodeando de las 2 de la aurora”, explica Baldock. Gina volvió a revelar ese mismo deducido frito meses a posteriori y fue ingresada en el hospital.
Allí finalmente les dijeron que tenía cáncer de páncreas y que parecía estar en etapa dos. “Nunca olvidaré cuando entré en esa habitación y cuando comenzó a dibujar en una pizarra una imagen del páncreas, los conductos biliares y luego la masa de mamá”, recuerda.
“Pregunté sobre las opciones de tratamiento y me dijeron que, adecuado a la años y la sanidad caudillo de mi religiosa, no creían que sobreviviría a la operación“, recuerda.
Los médicos le dijeron que el pronóstico de su religiosa era de entre tres y seis meses. “Su sanidad era tan mala porque habían tardado tanto en ayudarla, simplemente se estaba volviendo más frágil y perdiendo peso”, añade sobre el estado de su religiosa. La mujer pidió retornar a casa y los médicos le dieron el inscripción sin ningún plan de atención, donde falleció.