El Archivo atiende a 30 latinos al día que indagan en las raíces ourensanas


Son las nueve en punto en el Archivo Histórico Diocesano de Ourense y al otro flanco del teléfono hay algún que quiere ser castellano. No será el primero de la mañana. A Javier Sierra, el auxiliar del Archivo, le esperan todavía una treintena de solicitudes de partidas de comienzo, casorio o defunción. En el maquinaria se ilumina el prefijo +54911. “Cuando veo un número amplio, ya sé que son de América Latina buscando a sus antepasados”, cuenta el encargado del archivo. Llaman de Argentina. Finalmente, siempre de ese país. La meticulosidad y la validez de Javier les puede cambiar la vida: la Ley de Memoria Democrática, aprobada en octubre de 2022, dispara las solicitudes de aquellos que buscan a sus abuelos ourensanos desde el otro flanco del charco. La norma abre la puerta a aquellos nacidos fuera de España que sean hijos o nietos de españoles que, como consecuencia de activo tenido que dejarse llevar el país por diversas razones, hubieran perdido o renunciado a su cuna. Disponen hasta octubre de 2024 -con posible prórroga de un año- para encontrar sus raíces. 

Dos investigadores consultan documentación parroquial.
Dos investigadores consultan documentación parroquial.

Nunca hay un no por respuesta en el Archivo, aunque la información que los solicitantes aporten sea mínima. La desesperación de ciudadanos de Argentina, Cuba y Venezuela -estos tres especialmente- por ganar la cuna española colapsa un archivo vivo -entra documentación a diario-, que por otra parte fue pionero en España en informatizar sus registros. En lo que va de año, se hicieron 2.665 consultas por carta y correo electrónico. El 2022 se cerró con menos de la medio (949). A estos datos habrá que sumar las peticiones telefónicas, que en el cómputo del año pasado alcanzaron las 850. La conocida como “Ley de Nietos” es la culpable. La gran mayoría de consultas son por el mismo motivo. “Hay una avalancha de solicitudes de partidas; yo mismo me sorprendo de cómo se puede nutrir eso al día”, se enorgullece Miguel Gracia González, el director del registro. Su gran satisfacción es dar respuesta a todos aquellos extranjeros que buscan a sus antepasados por aprieto. “En otros archivos con más personal hay partidas paradas durante meses. Todos los días nos llegan de media 30 peticiones de ciudadanos de Latinoamérica y muchas veces el gran problema es que no dan los datos necesarios para hacer una búsqueda. En Ourense hay más de 700 parroquias”, recuerda el director del Archivo. 

Cinco siglos de historia

El Archivo Diocesano conserva documentación desde el siglo XVI. Son 500 primaveras de información valiosa para estos emigrantes, ya que la norma contempla como válidas las partidas religiosas para obtener la cuna. Javier custodia cerca de 12.000 libros, que contienen la historia general de millones de ourensanos. Cuando entra una emplazamiento o un correo electrónico que aporta la plazo de comienzo de algún antepasado, así como la parroquia en la que se bautizó, comienza la punto de búsqueda  en los libros parroquiales.

Son cajas y cajas perfectamente numeradas en estas dependencias, a donde asimismo llegan obras de arte y bibliotecas particulares. Al fondo del pasillo, Redentor en la cruz, preside las decenas de estanterías que pueden cambiarle la vida a algún en casi nada unos minutos -a veces horas o días- de búsqueda.

Si Javier encuentra la partida de comienzo o defunción, comienza otro proceso: autorizar el documento, el gran paso para ganar la cuna española. “En 48 horas desde que se hace la solicitud, le damos respuesta. Lo que tengo en el archivo, lo busco. Si lo tiene el párroco, le pedido un correo electrónico. Si no tiene correo, una carta. Y por teléfono se subsanan muchas dudas”, explica. Lleva 23 primaveras en el Archivo Diocesano. “Esto te tiene que querer. Si te gusta, es un trabajo muy gratificante. Sobre todo cuando ayudas a la muchedumbre. Es lo que más me reconforta”. Faltan dos primaveras para su subsidio.

Los románticos

Javier asimismo atiende a los investigadores que se acercan a diario al Archivo. Se admite a un mayor de cuatro. La mayoría son románticos que bucean en su árbol genealógico. Muchos llevan primaveras acudiendo al Archivo. Los que preparan relación, los que menos. Con todo, asimismo hay un interés creciente por esta documentación: se abrió ficha a 75 investigadores nuevos en 2022.

Un usuario observa en detalle un libro.
Un beneficiario observa en detalle un obra.

La gran ilusión de Miguel Gracia González es que los investigadores tengan un perfil más social. De momento, se conforma con su “gran satisfacción”, que es la de hacer frente a esa “avalancha” de solicitudes de información desde América Latina. Y ganar su objetivo.

Hay que mencionar que el Archivo Diocesano no es fianza de carencia. Muchas veces lidian con la desesperación de emigrantes que solo saben que su yayo era de Ourense, desconociendo la existencia de más de 700 parroquias en la Diócesis. Resultaría inasequible bucear en los 12.000 libros del Archivo para un personal que se reduce a Javier y a Miguel Gracia. Con todo, “hay bastantes casos de éxito, diría que resolvemos el 40% de los que solicitan sus partidas”, anota el director. En el extremo año, el 90% de solicitudes llegaron de Argentina y Cuba. Venezuela “va a menos”, pero asimismo ocupa un oficio destacado entre las peticiones. Siguen Brasil, Uruguay, México y Perú. El teléfono, con esas extensiones tan largas que delatan al que claridad, no deja de sonar hasta las 13,00 horas que cierra el Archivo.

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