El exedil Pedro Muñoz, al banquillo tres años después de «intentar acabar» con la vida de su esposa


Este lunes comienza en la Audiencia Provincial de Arrogante el proceso contra el exalcalde de Toreno y exconcejal del Junta de Ponferrada, Pedro Muñoz, destacado de los delitos de violencia habitual, lesiones agravadas, malos tratos, amenazas e injurias a su exmujer, la abogada Raquel Díaz, quien acabó parapléjica, con graves daños neurológicos y obligada a moverse en una apero de ruedas luego del postrero supuesto y formidable ataque. A esas imputaciones se suma la imputación de homicidio en valor de tentativa que hace la imputación particular, en contra del criterio de la Fiscalía, que no incluye ese delito en su pliego de cargos.

El Profesión Conocido pide condenas que suman 18 abriles y nueve meses de prisión para Pedro Muñoz. La sigla se eleva hasta los 23 abriles menos un día de prisión en el escrito presentado por el sabio que representa a Raquel Díaz, el gallego Felipe Patiño. Frente a él, la defensa de Pedro Muñoz corre a cargo de Pedro Quintana, quien fue su «mano derecha» en la aventura política que lo llevó a la presidencia de Coalición por el Bierzo, el partido en el que todavía encontró a la víctima, a la que calificó como «el bienquerencia de su vida», una relación que acabó trágicamente.

Durante esta semana se sucederán cinco sesiones que empezarán con la revelación del destacado y seguirán con la comparecencia de cuarenta testigos y vigésimo peritos. Sus testimonios deberían resultar fundamentales para esclarecer lo ocurrido el 27 de mayo de 2020.

En esa aniversario se sitúa el detonante del caso: la formidable paliza que supuestamente Pedro Muñoz propinó a Raquel Díaz en su casa de Toreno, a 22 kilómetros de Ponferrada, donde el enlace había decidido residir durante el confinamiento. De acuerdo con el relato expuesto en el escrito del Fiscal, aquel día se inició una discusión que se alargó durante la tarde y la confusión. Con destino a las diez, mientras ella se encontraba en la terraza de la parte superior de la vivienda, su marido la «agarró por el cuello y la lanzó por el azotea, cayendo al suelo y golpeándose al inicio.

Posteriormente la arrastró en torno a el salón y cogió un palo o un bate, con el que la golpeó en repetidas ocasiones, mientras le propinaba patadas y puñetazos en otras zonas del cuerpo». Como consecuencia de aquella movimiento, sufrió graves lesiones. Hasta diecisiete relaciona y detalla el profesión conocido: una herida de 56 centímetros en la inicio, daños en luceros, dedos, brazos, piernas y pies, con heridas, erosiones, hematomas, un traumatismo craneoencefálico severo, con fractura occipital, hemorragias internas y externas y fracturas en vértebras y costillas. Tras «ejecutar estos hechos dirigidos a finalizar con la vida de su esposa, se arrepintió, la colocó en una posición de seguridad y alertó al 112 pidiendo ayuda», apostilla la imputación pública, que alude a esta circunstancia para descartar el delito de homicidio en valor de tentativa, con la «excusa de abandono».

El abogado de Raquel Díaz, por su parte, apunta sin ninguna duda a la «intención de matarla» cuando la arrojó por un azotea, con traición y ensañamiento.Se apoya en informes forenses que determinan que las lesiones sufridas «no se corresponden con un solo mecanismo causal y son absolutamente incompatibles por peligro, número y ubicación, con una precipitación o caída de poca importancia». El destacado negó esa interpretación y declaró que su mujer había sufrido un percance.

Aquel episodio supuso la culminación de poco parecido a un calvario, un «ciclo de violencia con una cachas dependencia emocional» en el que, según palabras de la imputación pública «vivía inmersa» la víctima «a todos los niveles, tanto en el ámbito personal, como en el profesional». De hecho, el escrito empieza relatando que Pedro Muñoz se dirigía a Raquel Díaz de forma despectiva con insultos como «estúpida, gilipollas, puta, zorra». Añade que la echó de casa en varias ocasiones, «metiendo sus pertenencias en bolsas de basura». Y concluye que la controlaba «de forma obsesiva, limitando sus relaciones con su entorno común y sus relaciones», incrementando la conducta de dominación luego del enlace.

Ella maquillaba sus lesiones para evitar dar explicaciones «por la vergüenza que sentía» y el procesado consiguió «una absoluta sumisión» de su esposa.

Pedro Muñoz, auxiliar técnico sanitario de profesión y excampeón de Halterofilia, desarrolló una intensa carrera política en la que pasó por media docena de siglas. Partía desde la izquierda, pero en 2003 llegó a ser corregidor del municipio de Toreno, bajo las siglas de la Unión del Pueblo Leonés (UPL). Ocupó ese puesto durante doce abriles, hasta 2015, en su postrero mandato con el Partido Popular.

En esa plazo todavía fue aupado a un escaño como procurador en las Cortes de Castilla y Arrogante, donde protagonizó momentos controvertidos cuando llamó, fielmente, «tonto del culo» al entonces ministro de Industria, José Manuel Soria, todavía del PP, por su papeleo de la crisis del sector minero del carbón; o cuando atacó a otro ministro popular, Alberto Ruíz Gallardón, por su propuesta de reforma de la Ley del Engendro -por la que rompió la disciplina de voto-. Fueron ejemplos, trasladados al parlamento autonómico, del espíritu rudo y controvertido. En 2015, lideró la fundación de un nuevo partido, Coalición por el Bierzo, con el que encabezó la candidatura al Junta de Ponferrada. Su formación logró dos concejales y se integró en el equipo de gobierno unido al Partido Popular, gestionando el dominio de Bienestar Social. Cuatro abriles luego, en 2019, su formación repitió resultados pero esta vez pactó con PSOE y Podemos, hasta que se vio obligado a dimitir cuando trascendió la supuesta acometida. Pedro Muñoz estuvo en la prisión desde el 1 de junio del 2020 hasta el 25 de mayo del 2022, cuando se cumplió el plazo mayor de prisión preventiva. Desde entonces, sigue en independencia provisional, aunque controlado con un dispositivo telemático y privado cautelarmente de aproximarse a Raquel y de comunicarse con ella.

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