me tiró por el balcón, me controlaba y violaba


“Me echaba del firme o me metía en la cama y me violaba”

“Yo a mi esposa no le puse nunca la mano encima”.

“Me lanzó desde la terraza y me arreó con un palo tipo bate de béisbol… luego me arrastró cogida por las piernas y me disparó en el vientre con una pistola de perdigones”

“Raquel no se tenía en pie, no se encontraba en buenas condiciones y yo la bajé debajo para que vomitara y la volví a subir a la cama… tomaba pastillas ansiolíticas y pastillas para amodorrarse y había bebido un montón de cerveza durante la cena”.

¿Quién dice la verdad? Eso lo tendrá que determinar el tribunal popular designado en el discernimiento que ha arrancado en la Audiencia de Bizarro contra un exedil del Comunidad de Ponferrada, Pedro Muñoz, procesado de tirar por el oteador a su mujer, Raquel, postrada en una apero de ruedas por las lesiones de esa caída. Ocurrió el 27 de mayo de 2020.

Pedro Muñoz lo ha negado todo cuando le ha tocado declarar en la Audiencia de León

Pedro Muñoz lo ha inepto todo cuando le ha tocado determinar en la Audiencia de Bizarro

EFE

Pedro Muñoz, para el que el fiscal pide una pena de 18 abriles y 9 meses de prisión, lo niega todo. Con un argumento, eso sí, poco peregrino: “Mi mujer bebía mucha cerveza”, repitió ayer. Raquel, por su parte, no pudo ser más gráfica y concisa en el relato de los hechos. 

Una confesión desgarradora que la mujer, aunque sea postrada en una apero de ruedas por el supuesto maltrato, ha podido contar. Otras víctimas de violencia machista (este año ya van 55) nones podrán contar el abismo vivido antiguamente de ser asesinadas por sus parejas o exparejas.

Se ponía los guantes de pugilato y me pegaba en la tripa y cuando sabía que tenía el período me golpeaba en los pechos porque sabe que en esa etapa duelen más”

“Se ponía los guantes de pugilato y me pegaba en la tripa y cuando sabía que tenía el período me golpeaba en los pechos porque sabe que en esa etapa duelen más. Le encantaba igualmente golpearme en la mandíbula porque es una zona sensible”.

Y continúa el relato de Raquel: “En casa todo eran amenazas, coacciones y brutalidad… me cogía las cosas y me las metía en bolsas de basura y me echaba del firme o me metía en la cama y me violaba… me prohibió ir al recinto, ir al fisioterapeuta, ver a mis amigas, restar con mi tribu. Me lo prohibió todo”.

Raquel cuenta con el apoyo de organizaciones feministas que califican su agresión como un asesinato

Raquel cuenta con el apoyo de organizaciones feministas que califican su atentado como un homicidio

EFE

Raquel declaró detrás de un biombo. Aún está muy asustada por el abismo vivido. Sentada en su apero de ruedas, fue en esta confesión -que es la definitiva- mucho más concisa que en los anteriores interrogatorios policiales. Narró que el que entonces era su marido la tiró por el oteador. Aseguró que en esa caída no sufrió ningún desgracia en la capital. Las graves heridas sufridas en el cráneo son de una segunda atentado.

Cuando yacía en el suelo apareció Pedro: “Salió con palo tipo bate de béisbol y me preguntó si seguía viva, me tomó el pulso y dijo zorra, hija de puta sigues viva”. Acto seguido, añadió Raquel, me arreó en la capital con el bate en los brazos, en las piernas y en las costillas”. Posteriormente le disparó con una pistola de perdigones en el vientre.

El comisión popular que tendrá que dictar veredicto en este discernimiento que se alargará toda esta semana, no perdió detalle del relato de Raquel. Las agresiones sufridas en el domicilio acostumbrado era, asegura la mujer, casi diarias. “Agarrarme con la mano derecha por el cuello era poco matemático”, declaró.

“Me obligaba a tener relaciones sexuales de todas las maneras”. ¿Y por qué inició esa relación de casamiento con Pedro? “Nos casamos para poder tener boleto para la campaña electoral”. Ese fue el motivo de la boda, revela la mujer. “Todos los invitados tuvieron que abonar su regalo en una cuenta del partido para financiar la campaña. Me lo propuso y yo, gilipollas, caí en la trampa y acepté”.

Muy pronto se dio cuenta del espinoso error. “Cuando me iba de casa siempre volvía por miedo, porque no dejaba de llamarme y amenazarme con que iba a matar a mi tribu y que yo ya no podría trabajar más en Ponferrada porque el que mandaba era él. Todo eran amenazas, coacciones y brutalidad”.

Cuando me iba de casa siempre volvía por miedo, porque no dejaba de llamarme y amenazarme con que iba a matar a mi tribu”

Pero esa tóxica relación duró abriles. Raquel no se explica ahora por qué no cortó antiguamente. “Llevo toda la vida trabajando en esto (es abogada) y nunca pensé que me pudiera acontecer a mí. Es un encantador de serpientes y me pilló en un momento desvalido. Me otorgó poder y caí como una gilipollas. Me metí en un callejón sin salida”. 

Es parte de un mensaje de WhatsApp enviado por Raquel a su hija el 29 de octubre de 2016. Aún faltaban 4 abriles para que Pedro la tirara, presuntamente, por el oteador.

Pedro Muñoz, exconcejal de Coalición por el Bierzo (CB) en el Comunidad de Ponferrada sostiene que nadie pasó tal y como lo narra ahora su mujer. En su confesión aseguró que encontró a su mujer tirada en el suelo con un válido desgracia en la capital. “Había mucha parentesco, un perro la estaba lamiendo en el suelo de pizarra”, aseguró.

Vi que no movía admisiblemente los brazos ni las piernas, así que intenté cogerla por la cadera para protegerle la columna”

El hombre fue incluso más allá al estabilizar que él, auxiliar técnico sanitario, intentó redimir a Raquel. “Vi que no movía admisiblemente los brazos ni las piernas, así que intenté cogerla por la cadera para protegerle la columna, busqué un cojín y la coloqué de banda para gritar al 112″, añadió.

Tanta atención -si se prueba que sí intentó salvarle la vida tras tirarla, presuntamente, por el oteador eso podría ser una atenuante- chirría, si requisa, con algunas conversaciones escuchadas en esta primera sesión del discernimiento.

En una vídeo reproducida en la sala se audición a Pedro: “Te mato hija de puta, te mato. ¿Esp quieres, que te mate? Qué te he hecho yo, dímelo, dímelo. Sigue gritando, grita , grita, grita, grita, grita más zorra, abusona”. Y Raquel asegura: “Mátame”. Es una de las incontables peleas entre la pareja abriles antiguamente del trágico final que ha propiciado este discernimiento. 

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