Las que todavía resisten, alejadas de pisos de citas o clubes, conocían a Judith. “Venía poquito, una o dos veces por semana y no estaba mucho tiempo”, explica una de ellas. Agazapadas en la tinieblas, huyendo de la imagen frívola y estereotipada de la época de La Tóxico, admiten “no tener miedo” pese a lo ocurrido. “Entre nosotras hablamos y nadie comentó que pudiera acaecer un cliente peligroso”, asegura.
Del crimen solo saben lo que sale en prensa, “hablan asimismo del novio que lo están buscando… Ni idea”. Una señala que entre los usuarios “hay de todo, como en cualquier sitio, pero por lo común no hay problemas, te fías por el instinto y la experiencia”. No obstante sí reconoce que “lo malo es cuando una chica tiene problemas de suma y llega un cliente con droga, si el hombre consume puede obtener a tener otra ademán”. Judith los tenía, aunque había acabado durante una época desintoxicarse, salir de ese mundo y trabajar como camarera. Pero las dificultades en el camino la volvieron a tirar a la calle. “No se lo merecía, pobrecilla”, coinciden sus compañeras.
“Problemas nunca tuvimos con ella y siquiera vimos falta raro”, añade otra mujer que señala que “te saludaba y era maja”. El día en el que se le vio por última vez en la aurora del domingo “no la vi, de hecho hacía días que no la veía, porque aquí asiduamente se trabaja hasta la una, más allá de esa hora ya no hay nadie, ni siquiera vienen coches, por las tardes se trabaja en el polígono de Porriño, lo que no sé si ella iba por allí o la trasladaron”, relata.
Lo que no se explican es “cómo la Guripa Civil no ha hablado con nosotras, por aquí ha estado la secreta, pero ni se nos ha acercado”.
Sobre si vieron ese día a alguna furgoneta similar a la que los agentes están buscando señalan “eso sí que es inútil retener, por aquí pasan todo tipo de vehículos”.