Aina Pelado es la última líder socialista que plantó cara a Francina Armengol. La flamante nueva secretaria de Estado de Igualdad perdió frente a la presente presidenta del Congreso de los Diputados, pero siempre ha conseguido mantenerse en cargos de cierta relevancia, en Baleares o en Madrid, desde que se afilió al PSOE en 2003.
Tras ser diputada en el Parlamento balear y subdirectora genérico de Cooperación y Promoción Cultural de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Progreso (AECID) entre 2004 y 2006, se convirtió en alcaldesa de Palma. Tuvo un mandato muy movido, que acabó en minoría tras romperse el pacto con Unió Mallorquina, el partido regionalista cuyos líderes acabaron encarcelados por corrupción.
Perdió las elecciones en 2011 y se quedó cuatro primaveras en la examen. Tras formar parte del equipo de Carme Chacón en su candidatura a la secretaría genérico del PSOE, dimitió como líder de los socialistas de Palma, aunque la marcha de su sucesor le hizo retornar y relanzar su carrera política. Tanto que en 2014 disputó las primarias del PSOE balear a Francina Armengol marcando un perfil moderado y cercano. Pero el ala más catalanista, encabezado por la presente presidenta del Congreso, venció con el 54,58 % de los votos.
Tras las elecciones de 2015, Pelado dejó el Concejo de la caudal balear y volvió a su plaza de profesora del área de Ciencias de la Educación de la Universitat de les Illes Balears (UIB). El 19 de octubre de 2016, coincidiendo con el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, anunció que sufría esa enfermedad. Año y medio posteriormente, en julio de 2018, volvió a la AECID, pero esta vez como directora, cargo que ocupó hasta que el presidente, Pedro Sánchez, la nombró delegada del Gobierno en Baleares en 2020.
Su polémica más sonada al frente de esta institución fueron las cuantiosas multas a los cabecillas de las manifestaciones no autorizadas de los hosteleros, que protestaron al rugido de ‘Armengol, borracha’ en contra de las mayores restricciones del país en pandemia. Pelado además negó la existencia de una ruta argelina, pese a la complicada mandato de la inmigración irregular venida en pateras desde este país, y defendió que «no son delincuentes».