En ese momento apareció otro macho, que se entrometió en la conversación entre los dos para comentarle al primero que la calle por la que preguntaba no existía. Entonces el pequeño más damisela explicó que la razón por la que preguntaba por una calle era para poder comparecer a canjear boletos de la ONCE premiados.
Fue entonces cuando realizó desde su móvil una llamamiento con altavoz a una despacho de quiniela, y preguntó cómo podía cobrar 10 cupones premiados. El otro macho, al escuchar la llamamiento, lo remitió a Celanova o a Xinzo de Limia, y le aconsejó que llevase consigo una bloque bancaria para poder formalizar el ingreso de los premios.
Pusieron en experiencia el método del “tocomocho” para estafarla
Correcto a esto, el hombre más damisela pidió al otro macho y a la mujer que lo llevaran a Xinzo, prometiéndolos que les regalaría el valía de uno de los cupones agraciados. Los tres emprendieron juntos el camino en dirección a Xinzo, y durante el transcurso del desplazamiento el hombre más veterano propuso al damisela que les vendiera a él y a la mujer un cupón a cada uno por una cantidad de 8.000 euros.
Si admisiblemente en un primer momento fingió resistirse a la operación, el damisela accedió finalmente a vendérselos. El macho veterano se ausentó para comparecer a un parcialidad y retirar el billete, y a su regreso se lo mostró a sus dos compañeros.
Los tres regresaron juntos a Celanova mientras la septuagenaria contactaba con su hijo para que le prestase los 8.000 euros. Este intentó disuadirla, pero finalmente la anciana retiró el billete en una sucursal de Abanca. Los otros dos varones no permitieron que su hijo los acompañase y se llevaron de revés a Xinzo a la mujer con el billete para, supuestamente, cobrar los boletos.
Durante el trayecto de regreso a la villa limiana, la mujer aprovechó una parada a su paso por Vilar de Santos para comparecer al baño. Fue entonces cuando los dos hombres se dieron a la fuga con el sobre que la víctima había dejado en el asiento del transporte, abandonándola allí.