las imágenes 2 años después de que se apagase el volcán de Cumbre Vieja



Esta fue la vencimiento en la que la señal del tremor ferviente desapareció y la difusión de basura tocó a su fin. Los terremotos empezaron a espaciarse en el tiempo y cada eran más débiles. Ya no salían rocas ni piroclastos del cráter.

Pero el escena con esos niveles debía permanecer en estas circunstancias como insignificante, durante 10 días para que los científicos pudieran dar por finalizada la erupción oficialmente. Y es lo que ocurrió. Doce días más tarde, el día de Navidad, se dio por finalizada la erupción volcánica más destructiva de los últimos abriles.

La acceso del volcán

El volcán estalló a las 15 horas y 12 minutos a escasos metros de las zonas habitadas llamadas El Paraíso, El Pastelero y Alcalá, yuxtapuesto a la Montaña Rajada. Era domingo, la hora de ingerir y la acceso sorprendió a miles de vecinos en sus casas reunidos en comunidad. Resulta impracticable olvidar aquellas imágenes que acapararon las miradas de medio mundo y monopolizaron las portadas de todos los medios de comunicación durante semanas y que constituyen la historia viva de la erupción del volcán más destructivo ocurrido en nuestro país.

El improvisado desalojo de las viviendas sobre la marcha, de los vecinos escapando con lo puesto, para nunca más retornar a sus hogares, dejando detrás no solo sus pertenencias, sino a miles de animales de hacienda y compañía, sin ninguna otra alternativa que escapar para auxiliar sus propias vidas. Los más afortunados dispusieron de 15 minutos para coger lo primero que veían. Perdidos, sin rumbo, sin asimilar a dónde ir…Esto es lo que relatan los vecinos que vivían en la zona incorporación del volcán a escasos metros de donde se produjo la erupción.

Miles de saludos, miles de proyectos y miles de sueños e ilusiones quedaron atrapados bajo la basura para siempre, bajo ese impresionante faja dudoso que recorre el Valle de Aridane de ártico a sur hasta conservarse al mar.

Daños personales

Hubo una única víctima mortal, un hombre de 72 abriles que con autorización de las instituciones accedió a su casa en la zona de excepción y falleció a causa de respirar el monóxido de carbono y sulfuro de hidrógeno que desprendía el volcán. En cambio, fueron miles los animales que perecieron bajo la basura y del que no existe un registro oficial aún. Estos seres sintientes a los que el estallido del volcán separó de sus familias merecen no ser olvidados.

Daños materiales

Los daños materiales provocados en infraestructuras, edificaciones, vehículos, agricultura y medio circunstancia fueron muy numerosos. El balanceo de daños ascendió casi a mil millones de euros.

Según los datos de adiátere recogidos por el software europeo Copernicus, en los tres largos meses de erupción, más de 1.240 hectáreas de contorno fueron calcinadas por la basura. Entre ellas, 369 hectáreas estaban dedicadas a la agricultura, principalmente plataneras, que quedaron arrasadas. Las coladas de basura provocaron graves destrozos en núcleos habitados y 7.000 personas fueron obligadas a abandonarse sus hogares prácticamente de forma inmediata.

Cerca de 3.000 edificios (viviendas, comercios, colegios, asociaciones culturales y deportivas, iglesia, talleres, etc.) fueron destruidos totalmente por la basura y otros más de 3.000 sufrieron daños en sus estructuras. Como consecuencia, miles de personas se vieron afectadas y aproximadamente 2.300 personas se quedaron sin hogar. Según el catastro regional, fueron 1.345 las viviendas que desaparecieron bajo la basura.

Encima, se calcula que 92 kilómetros de carreteras fueron asimismo sepultadas por la erupción, afectando enormemente a las comunicaciones interiormente de la isla.

Las coladas de basura y la ceniza

Es muy difícil determinar con exactitud la cantidad del masa de basura que emitió el volcán, pero los primeros cálculos basados en seguimientos de los datos de los satélites indican que al menos fueron 159 millones de metros cúbicos.

Los flujos de basura se fueron moviendo de diferentes maneras y fueron creando una zona conocida como “malpaís”, que se caracteriza por una superficie muy irregular. En algunos lugares, el frente de los flujos alcanzó decenas de metros de consideración, cambiando completamente el paisaje de la Isla Bonita para siempre.

Estas coladas de basura fueron llegando al mar y formaron un “delta de basura” que, en las Islas Canarias, se les denomina “fajanas”. La fajana que se creó alcanzó una extensión de unas 43 hectáreas, aumentando así la superficie de la isla.

El volcán asimismo generó más de 10 millones de metros cúbicos de ceniza cubriendo más de 7.000 hectáreas de superficie. Los vientos alisios se encargaron de diseminar esta ceniza y de tapar centenares de construcciones en su totalidad.

El cono ferviente y la actividad sísmica

El nuevo cono ferviente alcanzó cerca de 200 metros de consideración. Además se formó un segundo cono ferviente secundario y se abrieron decenas de fisuras en la tierra, por lo que el paisaje asimismo se fue transformando a lo amplio de la erupción volcánica.

Por otro flanco, la actividad sísmica asimismo fue muy intensa mientras duró la actividad del volcán, registrándose centenares de terremotos al sitio del día. Hubo jornadas en las que se anotaron aproximadamente de 300 movimientos sísmicos.

La erupción del volcán de Cumbre Vieja fue una de las erupciones más importantes de los últimos siglos en las islas Canarias, y la más larga en la isla de La Palma desde que existen registros históricos.

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