la odisea de un vecino de Vigo



No recapacitar dónde hemos aparcado el coche puede ser habitual. Un despiste lo tiene cualquiera, pero lo que le ha ocurrido a un vecino de Vigo supera a la ficción. Al querer recapacitar el ocupación en el que lo dejó, comenzó un calvario que ha durado una semana. Este gallego ha tardado siete días en encontrar su coche.

Según cuenta el afectado en La Voz de Galicia, salió de su casa y dejó el miércoles de la semana pasada su transporte, un Beetle de Volkswagen, comúnmente conocido como el escarabajo. Le costó encontrar sitio por el alfoz de San Roque, hasta se puso nervioso, y cuando encontró el hueco para abandonar llegó el problema. “Me llamaron por teléfono y me despisté, bajé la defensa”, afirma en el diario gallego.

Ni el primero ni el final

Al retornar al coche, se dio cuenta de que no se había fijado en la zona donde había aparcado. Las prisas y la llamamiento telefónica le quitaron la atención. Buscó y buscó, pero no encontró. Se tuvo que retornar en taxi a casa. Todos los días ha estado yendo a la zona para notar su automóvil hasta que siete días luego ya tiene su coche.

El vecino de Vigo se consuela: “Nunca me había sucedido poco así. Pero bueno, me puse a ver historias de la familia y veo que no soy el primero que le ha pasado y seguro que siquiera el final“. Es por eso que hemos surgido a preguntar si a más familia le ha sucedido poco parecido. “Tantas cosas que tenemos en la capital es frecuente que se nos vayan algunas” y en muchos casos nos reconocen que han tenido problemas para dar con su coche: “Sí, sí me ha pasado”, “muchas veces”, “alguna que otra vez sí, “claro que sí”.

Anécdotas de quienes no encuentran su coche

Hay situaciones de todo tipo. Los que van a hacer recados: “Hice unas gestiones y no me acordaba dónde lo había dejado”. Los que aparcan en un ocupación diverso al habitual: “Siempre lo tengo en la misma calle, pero en ese momento no había sitio. Luego bajé con las prisas y el coche no aparecía porque lo tenía en otra calle”. Y a los que un rato de diversión les juega una mala pasada: “Tuve comida de empresa, iba un poco perjudicado y no había guisa de encontrarlo. Tuve que retornar al día venidero a buscarlo”.

La gran mayoría confiesan qué es lo primero que piensan cuando no dan con su coche: “Me lo han robado”. Una semana no han tardado en encontrarlo como el gallego, pero sí “media hora”, “por lo menos hora y media” o luego de “un paseíto”. En ocasiones, viene provocado por un arbitraje de comunicación descendiente. “Mi padre cogió el coche y no me avisó”, cuenta un vecino cuando se llevó un susto enorme: “Fui a cogerlo donde yo lo había aparcado y ya no estaba”.

Un despiste lo tiene cualquiera y por eso la familia ya toma precauciones: “Le hago una foto a donde lo dejo”, “fijarse en una señal, un semáforo, una farola o una tienda”. Unos consejos todavía más aperos en grandes superficies como un centro comercial, un ocupación temido para perder el coche y más en fechas navideñas. “Me apunto la planta, el número de plaza y los coches que tengo al costado”, asegura un vecino.

“Contando sus anécdotas, alguna se lo toma a broma y da su propio consejo: “Cómo no metas el coche en el elevador…”. Cosas como perder el coche nos pueden hacer perder la capital.

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