A finales del siglo XIX se construyó la capilla de San Lázaro, el monumento más monumental y proyectada por el arquitecto municipal José Antonio Queralt. Inaugurada en 1897, estaba situada un poco más al oeste de donde se encuentran dos franciscanos hoxe, en dirección a la Subdelegación del Gobierno. Sin embargo, su presencia aquí fue escasa, unos sesenta años, porque no fue en 1950 cuando el Concejo de Ourense decidió trasladar el templo. Finalmente, el barrio Peliquín aceptó uno. Su reconstrucción se llevó a cabo durante los años 1982 y 1983, abriéndose al culto en la otra beira do Miño el 12 de noviembre de ese último año. Pero sería imperdonable hablar de este entorno sin citar a la Iglesia franciscana.
Todos sabemos dónde está, el convento de San Francisco, después del cual es el cuartel militar y hace poco que se publica como Archivo Histórico Provincial. Allí estuvo desde el siglo XIV, con la construcción de la iglesia en el año 1348 y el magnífico claustro levantado entre 1325 y 1350, datando de la década de 1830, cuando fue abandonado tras los procesos desamortizadores. Pero, como os dije en otras ocasiones, antes formaba parte de la ciudad vieja, en la Praza do Correxedor. Daquela, construida a mediados del siglo XIII, se encontraba en la esquina sureste de la plaza, cuando la zona se llamaba “Barrio Novo” o “Cimadevila”. Con el tiempo, los hermanos franciscanos ocuparon dos edificios en esta plaza y uno de ellos, después de casi dos siglos, pasó a pertenecer al Correxador -o representante de la ciudad-. Allí permanecieron hasta el año 1292, cuando partidarios del obispo Pedro Yáñez de Novoa destruyeron el asentamiento franciscano. En 1308 el Papa Clemente V obrigó al prelado la reconstrucción del convento. Pero el obispo Pedro no muere el mismo año, y serán ellos los sucesores que cumplan el mandato papal. Más poco sospechaban los usuarios de la nueva iglesia gótica, aquellos hermanos menores que unos años antes tuvieron que huir del “Barrio Novo”, que no erigió un templo para permanecer en el lugar para siempre. De hecho, casi seis siglos después, comienza un nuevo movimiento. En 1928 y 1929 la iglesia de San Francisco fue parcialmente desmantelada para ser trasladada al “Campo de San Lázaro”, actualmente transformado en parque urbano. Pero ningún lugar original aún conserva bien su estructura original. Entre otros elementos, el nártex o espacio interior de entrada, los muros laterales de la nave principal con sus arcos o receptáculos funerarios. También los muros del crucero de piedra, así como los cimientos del ábside. De hecho, sólo se trasladaron algunas partes significativas, como el ábside o la portada. Vexan como la existencia de tres ermitas o iglesias, no deja de existir ni de efecto durante movimientos urbanos muy dinámicos.