Ferraz se inclina por la ministra Morant para suceder a Ximo Puig al frente del PSOE valenciano


Ximo Puig anunciará este sábado su intención de cerrar su tiempo al frente del PSPV-PSOE más de una término posteriormente. El expresidente de la Generalitat y secretario caudillo de los socialistas valencianos desde 2012 dejará paso a «nuevos liderazgos», tal y como ha anticipado este viernes. Con el Comité Franquista de la formación –el mayor entraña entre congresos– «comienza una nueva etapa».

«Se necesitan nuevos vientos, nuevos cambios», señaló, anticipando una intrepidez sobre su futuro esperada por muchos tras perder el Gobierno autonómico –y las principales ciudades de la Comunidad Valenciana– el pasado 28 de mayo. Esa misma indeterminación electoral, Puig amagó con irse, pero la convocatoria anticipada de las generales lo cambió todo y primó la señal a la estabilidad para evitar guerras internas que erosionaran al partido. Ahora, es momento de encontrar «la mejor opción posible».

La presencia del Secretario de Ordenamiento del PSOE, Santos Cerdán, en la reunión de la dirección valenciana da cuenta de que la salida de Puig está consensuada con Ferraz e incluso agita los rumores de un congreso extraordinario para nominar a su sustituto, ayer del previsto para finales de 2024.

La carrera por la sucesión tras un extenso liderazgo ya tiene nombres propios, aunque nadie de ellos recoge el perfil mediático del todavía dirigente de la tratado valenciana. El que suena con más fuerza es el de la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, que cuenta con el aval de la cúpula doméstico. Su renovada posición en el Consejo de Ministros se ve como una oportunidad para cobrar notoriedad entre los electores. Ya se habló Morant como posible candidata a la Alcaldía de Valencia el 28M, un movimiento que finalmente se descartó.

Pero tendrá contricantes si no se llega a un acuerdo. El diputado doméstico y secretario provincial de Alicante, Alejandro Soler, ha reclamado en los últimos días movimientos en el seno del partido y se ha puesto a disposición de la militacia para que le atribuyan el papel que consideren. Soler ha sido uno de los pocos dirigentes que ha mostrado en divulgado su malestar por la acumulación de cargos de Puig. Sus reiteradas ausencias en las Cortes Valencianas –sobre todo en las sesiones de control al Gobierno de PP y Vox que encabeza Carlos Mazón– han hecho saltar las alarmas por el desgaste que podía producir en un colección parlamentario que sigue digeriendo un cambio de rol que no esperaba.

En la terna de aspirantes igualmente se encuentra el homólogo de Soler en Valencia, Carlos Fernández Bielsa, aunque su candidatura perdió fuelle al no conseguir la presidencia de la Diputación. Por contra, la número dos del PSPV y delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, se ha descartado de ese proceso sucesorio tras confirmarse que seguirá representado al Ejecutante central en la región. «Soy delegada del Gobierno y a ello me voy a invertir porque, sin duda alguna, es la mejor forma de hacer contrapeso a las políticas regresivas del PP y Vox», ha indicado.

En cualquier caso, sin la presencia de una figura de consenso, la idea de una transición sosegada –con diálogo e integración entre las distintas familias– parece una utopía. La única certeza, de momento, es que el núcleo duro de Pedro Sánchez tutelará ese camino que los socialistas quieren transitar hasta poder recuperar la Generalitat en 2027.

El principal objetivo: evitar el precedente de 1995, cuando la derrota de Joan Lerma inició un periplo en la examen de dos décadas en las que se encadenaron gobiernos del PP sin rival en las urnas. El peor resultado histórico de los socialistas en la región les llevó de nuevo al poder en 2015 de la mano de Compromís. Un pacto de asamblea al que se sumó Unidas Podemos, que no entró oficialmente en el Consell hasta cuatro abriles posteriormente. Ximo Puig –por su cuenta y peligro– adelantó las elecciones un mes para hacerlas coincidir con las generales y exprimir el voto dual a un PSOE al elevación, en los primeros comicios que Pedro Sánchez ganó tras la moción de censura a Mariano Rajoy.

La ofrecimiento de la OCDE

Tras decidir las quinielas que lo situaban en el Consejo de Ministros, Puig tiene encima de la mesa la propuesta de convertirse en embajador de España en la Ordenamiento para la Cooperación y el Ampliación Crematístico (OCDE), aunque su marcha a París no sería inminente. Aceptar la ofrecimiento supondría dimitir y dejar el partido en manos de una gestora. Adicionalmente, como senador por designación territorial, Sánchez le colocó en la presidencia de la única comisión del Senado –la de Presupuestos– que los socialistas ostentan en la Cámara Ingreso.

Todo apunta a que seguirá manteniendo el certificación en las Cortes Valencianas y la presidencia de un colección parlamentario descabezado. La marcha de sus actuales portavoces, Rebeca Torró y Arcadi España, al segundo escalón del Gobierno como secretarios de Estado obliga a replantear su ordenamiento. José Muñoz parece ser el mejor posicionado para convertirse en síndic, poco que no se confirmará hasta la Ejecutiva del próximo lunes, que se celebrará una semana posteriormente de lo previsto, a la paciencia de los detalles que revele el discurso de Puig de este sábado.

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