El corregidor de Pereiro de Aguiar y presidente de la Diputación, Luis Último (PP), afirma que “o maniquí a implantar está claro: a extensión das liñas de Ourense ao resto dos concellos”, al ser “disparate e inasumible” que os municipios creen sus propias líneas de buses. Asegura que este servicio “sería benefactor tanto para nós como para a cidade”. Como presidente provincial, subraya que “a Deputación tamén está completamente a privanza de que se implante o transporte metropolitano” y el corporación provincial estaría dispuesto a ofrecer “tanto medios técnicos como, se fose o caso, axudas económicas” para implantar un servicio que considera imprescindible.
El corregidor de Amoeiro, el socialista José Luis González, afirma percibir “moitas queixas” por parte de sus vecinos, ya que el transporte a demanda no cubre las micción de la población. Adicionalmente, afirma que sería un “impulso” para el concello, ya que, al disponer de este servicio, tendrían más capacidad para atraer población a sus núcleos. La misma posición tiene el regidor de Toén, el popular Ricardo González, que define la situación como la de la pescadilla que se muerde la pan dulce: “Si no hay clan no hay buses, pero la yerro de esos buses es lo que hace que mucha clan no quiera venir a conducirse a los pueblos de Toén”. Reclama un plan de discriminación positiva para los concellos del rural, a los que “este servicio, que llevamos demandando décadas, supondría una gran revolución”.
El corregidor de Coles, Manuel Rodríguez (PSOE), se mostraba muy crítico al afirmar que en los últimos diez abriles han firmado tres convenios con la Xunta para ponerlo en marcha, incluso llegaron a reservar partidas presupuestarias para ello.
Tres décadas de inacción con la mancomunidad del transporte
Cuando ya han pasado 28 abriles desde el salida de la idea del transporte metropolitano, Ourense sigue a la retraso, y parece que seguirá de forma indefinida la única metrópoli gallega que no ofrezca este servicio fuera de los límites municipales. En casi tres décadas, aquella mancomunidad del transporte que revolucionaría la forma de moverse de los ourensanos no ha pasado del papel. Concellos como Barbadás, Toén, Amoeiro, San Cibrao y Punxín llegaron incluso a aprobarlo en pleno, pero el servicio nunca llegó.
En estos abriles se han celebrado decenas de reuniones, que siempre acaban con el “compromiso” de las partes de desatascar un plan que sigue siendo hoy tan necesario como en el año de su planteamiento: 1995. Pero lo cierto es que de las buenas intenciones iniciales rápidamente se pasaba siempre a los reproches entre administraciones, que no son capaces de concebir poco que lleva abriles instaurado en las grandes urbes gallegas restantes -a excepción de Pontevedra, que no cuenta siquiera con servicio de bus urbano-.
A día de hoy, parece difícil que se desencalle la situación. Los buses urbanos de Ourense (en precario desde 2015) acumulan retrasos y críticas en su flagrante servicio y mínimo parece apuntar a que el nuevo pliego de contratación (que continúa acumulando retrasos) extienda las líneas más allá del perímetro urbano. Sobre todo cuando el corregidor de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, no solo no ha ampliado estas líneas desde que llegó al gobierno regional, sino que ha dejado a núcleos rurales del concello de Ourense sin ellas, provocando las mismas quejas que tienen los vecinos del campo de acción metropolitana desde hace abriles.