una familia marcada por robos y dos asesinatos


El Familia XXI de la Tropa de Policía Sumarial de Madrid ha asestado el sorpresa final a la lado del Lete, el clan que actualmente más traía de capital en asaltos nocturnos a bares y locales de apuestas. Hasta 23 delitos cometieron entre julio y noviembre, a los que hay que sumar la decena esclarecidos en la primera período de la operación, denominada Tasca, y de la que dio cuenta hace tres semanas este publicación. Entonces, fueron cuatro detenidos y, en esta segunda parte de las pesquisas, otros tantos, encima de uno conocido como Maikel, el conductor de los primeros y que ahora ha vuelto a ser imputado. Todos son varones, veinteañeros y treintañeros, con más de un centenar de historial policiales.

El árbol genealógico de estos malhechores es de lo más criminal. Alejandro Raúl Montoya García, el ‘Lete’, d3 26 primaveras, es sobrino de José Lisardo García Santiago, de 46. El hermano de éste, que curiosamente asimismo se llamaba Lisardo, fue asesinado en septiembre del año pasado en una reyerta municipal por ruidos en Santa María de la Capital (Carabanchel).

Los dos, tíos carnales de Rafael García Fernández, mote el ‘Rafita’, de 35 primaveras y uno de los cuatro asesinos, secuestradores y violadores de Sandra Palo, en 2003. Por lo tanto, primo de Lete y hermano de Daniel, uno de los detenidos en la primera período de Tasca, a principios de este octubre. Finalmente, Montoya es hijo de Alejandro Montoya, un histórico delincuente apodado el ‘Roñas’, de 43 primaveras, lo que dice sobrado de su perfil.

Lete y Lisardo robaban coches de incorporación serie, concretamente al menos tres BMW de 240 caballos, muy potentes, que utilizaban con sus compinches para asistir a sus robos. Lo que hacían era ir sustituyendo unos por otros según los iban ‘quemando’: para complicar la cultivo policial, cuando uno transporte ya había sido utilizado en varios golpes, lo abandonaban, acertadamente rociándolo por adentro con un extintor o metiéndole fuego, para eliminar huellas o cualquier otro tipo de vestigios.

En una misma indeterminación llegaron a entrar en cinco locales distintos. Iban en rastreo de capital contante y sonante, con lo que se ahorraban tener que revender el material sustraído y buscarse a peristas si sus objetivos hubiesen sido otros. Lo que les interesaba era el efectivo, y de forma inminente.

Uno de los peligros de esta lado era la rápidez con la que se movían, por su voracidad, aunque actuaran normalmente de indeterminación y con los establecimientos cerrados al divulgado.

A estos cuatro detenidos se les acusa de 23 robos con fuerza (21 en bares y dos en salones de juegos), dos delitos de daños y tres sustracciones de vehículos. Igualmente les investigan por pertenencia a estructura criminal y contra la seguridad viario, puesto que tres de ellos conducían los turismos sin tener carné.

«Soy el mejor»

Las detenciones se han practicado en Getafe (1), en Villaverde (1) y en Alcalá de Henares (2). De hecho, se solían esconder en viviendas okupadas, sin respaldar el locación o la hipoteca, y se sentían ciertamente impunes en su carrera delictiva, aunque algunos ya habían pasado por prisión. Lo que supone un hecho poco frecuentes en los expertos en robos con fuerza en las cosas, habida la descorazonamiento de nuestra estatuto al respecto.

Uno de los primeros encartados, el hermano beocio del Rafita, se autodenominaba «el mejor macero de la Comunidad de Madrid». De hecho, tanto él como los cuatro arrestados en la segunda período de la operación Tasca la emprendían con mazas contra los cierres y las puertas de los bares y salones de juegos violentados.

Aunque iban encapuchados, fueron grabados en multitud de ocasiones mientras perpetraban los delitos; en las imágenes se aprecia cómo al punto que tardaban minutos e incluso segundos en desvalijar los establecimientos comerciales.

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