un triángulo amoroso, una herencia, una pizza


Un trozo de pizza “delató” a Jesús Gilberto y cerró el círculo de investigadores de la Guardia Civil de Toledo: fue el asesino de su compañero, Luis Fernando, fallecido indefenso, asfixiado y bajo la influencia de un sedante. La pieza, encontrada por los forenses durante la autopsia, fue definitiva para destruir por completo la coartada del autor de este crimen, donde se enredó un triángulo amoroso con una herencia, un ritmo de vida y una bandera española.

En septiembre se cumplirán 17 años de este horrendo y alevoso homicidio, en el que su verdugo, movido por la codicia y la envidia, hizo que Luis Fernando no pudiera defenderse y murió asfixiado. Entonces su cadáver deforme, sin documentación, fue encontrado en la localidad toledana de Cebolla. Estaba en una presa en el río Tajo, A 120 kilómetros de la casa de Luis Fernando que ambos compartían en una localidad al oeste de Madrid, a 28 kilómetros del centro de la capital.

Fue en esta casa de Villanueva del Pardillo, un pueblo de 18.000 habitantes enclavado en el entorno natural de la cuenca del río Guadarrama, donde realmente se cometió el crimen. el crimen, conocido como el de la bandera. Jesús Gilberto, venezolano, tenía 36 años cuando mató a Luis Fernando, doce años mayor que él y pareja sentimental desde hacía siete años. Era el 20 de septiembre de 2006.

El gatillo

Unos meses antes, Luis Fernando había iniciado una relación a distancia, vía internet, con un armenio que conoció en un viaje de Semana Santa. El triángulo amoroso llegó a oídos de Jesús Gilberto, a quien Luis Fernando declaró heredero universal el pasado 29 de mayo. Jesús Gilberto tuvo acceso a las redes sociales y cuentas de correo electrónico de su pareja, lo que le permitió descubrir la intención de Luis Fernando: traer a su nuevo novio a España en octubre e iniciar una relación con él, lo que podría suponer la ruptura con Jesús Gilberto.

Si es así, perdería mucho. Seguramente se iría al carajo con la herencia y la placentera forma de vida con Luis Fernando, que envidiaba su trabajo como representante de la empresa de tarjetas Fournier en la zona centro. Jesús Gilberto, por su parte, ganaba 600 euros como tendero y tenía una hipoteca de 230 euros sobre una casa en la localidad toledana de Los Navalmorales, donde vivía la familia de su hermano.

Con este panorama, Trazó el macabro plan que ejecutó el 20 de septiembre a la hora de cenar, mientras los dos comían una pizza aderezada con pimientos. En un vaso de agua le dio a Luis Fernando ‘dormodor’, un medicamento para los trastornos del ritmo del sueño y el insomnio. Así, logró dejarlo sedado, casi en coma, y ​​le golpeó en la cabeza, que cubrió con bolsas de plástico y cinta adhesiva, tapándole así la nariz y la boca. Envolvió el cadáver en una bandera española con el toro de Osborne para despistar y lo metió en un saco de dormir que había comprado la víctima. Lo cargó en el coche de Luis Fernando, un vehículo de la empresa, y se dirigió en dirección a Los Navalmorales, aunque él no tenía carné.

En camino repostó combustible en una gasolinera y pagó con una tarjeta bancaria de la empresa de Luis Fernando. En las proximidades de Malpica, quizá desde un puente, arrojó el cuerpo al río Tajo y las corrientes lo llevaron hasta una presa de Hidroeléctrica en Cebolla, en la zona de Los Molinos. Allí unos pescadores lo encontraron alrededor de las tres de la tarde del 24 de septiembre.

Habían pasado cuatro días desde el asesinato y la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Toledo se hizo cargo de la investigación. El cadáver, desfigurado, quedó sin documentación y se consideró en un primer momento que se trataba de un ajuste de cuentas entre bandas. Hasta varios días después, Jesús Gilberto, presionado por la familia de Luis Fernando, no presentó denuncia de desaparición, lo que ayudó a dar el nombre y apellido del fallecido.

La pieza en la tráquea

Jesús Gilberto siempre negó ser el autor. Dijo que cenaron pizza, se fueron a dormir, a la mañana siguiente se fue a trabajar y Luis Fernando desapareció. Aunque la familia del fallecido dijo lo contrario, el sospechoso habló que lo veía triste y que quería hacer un retiro espiritual. Pero las indagatorias de los agentes de Homicidios, que reconstruyeron la vida de Luis Fernando, destrozaron su coartada. El trozo de pizza en la tráquea, definitivo para desmantelar su mentira, se sumaba a la cantidad de pruebas que aportaban los investigadores.

También se descubrió que Luis Fernando fue secretario general adjunto de Alternativa Española, un partido de extrema derecha que surgió en 2003 en el ámbito de Fuerza Nueva y que está en contra de las uniones civiles y matrimonios entre personas del mismo sexo. Este hecho ayudó a los agentes a conectar los puntos y descubrieron por qué Jesús Gilberto utilizó una bandera española para envolver el cadáver. «Intentó desviar la atención para hacernos creer que se trataba de un delito homófobo por su condición de homosexual; que la gente del partido se enteró de él y que lo mataron», afirma José Nieto, cabo de la Guardia Civil. Él y sus compañeros se reunieron por teléfono y por correo electrónico con la amante armenia de Luis Fernando, quien confirmó que su nueva pareja estaba muy contenta con la relación y ambos tenían planes de futuro en común. “Nos dijo que Luis Fernando no tenía depresión ni necesitaba ir a un retiro espiritual”, recuerda Nieto.

Jesús Gilberto fue detenido a principios de noviembre, un mes y medio después del asesinato. Declaró durante tres horas en el Juzgado de Instrucción número 3 de Talavera de la Reina, donde dijo que era inocente. Sin embargo, las pruebas de los investigadores de la Policía Judicial fueron contundentes, por lo que ingresó en la prisión de Ocaña I el 10 de noviembre, precisamente el mismo día que el polaco Kzystof Kmiezick por el conocido como ‘el crimen de la maleta’. , cometido el 23 de julio de 2001.

En marzo de 2010, un jurado popular declaró culpable a Jesús Gilberto del asesinato con alevosía y el agravante de parentesco por la relación sentimental que mantenía con Luis Fernando. El juez Emilio Buceta, presidente del tribunal, le condenó a 20 años de prisión y a pagar una indemnización de 400.000 euros a la familia de Luis Fernando, además de declararlo incapacitado para recibir la herencia. Jesús Gilberto continúa en prisión de segundo grado en Ocaña.

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