Una «carrera de obstáculos» para encontrar a los asesinos de Helena Jubany


Han pasado 22 abriles del crimen de Helena Jubany. «Es una carrera de obstáculos. Estamos haciendo nosotros el trabajo que deberían acaecer hecho la Policía, la Fiscalía y la judicatura», explica a torrevieja news today su hermano Joan, luego del penúltimo contratiempo en la investigación. Y es que tras meses esperando los resultados de la comparativa de ADN localizado en el suéter que llevaba la muchacho de 27 abriles el día que la mataron, el laboratorio no ha realizado la prueba que ordenó el magistrado para determinar qué porcentaje de la muestra se corresponde con el perfil de los dos imputados por el homicidio: Santiago Laiglesia y Xavier Jiménez.

Se negociación de un investigación, «con técnicas avanzadas», que debía sufrir a promontorio la Universidad de Santiago de Compostela –el Instituto Franquista de Toxicología (Intox) y la Policía Científica alegaron carecer de medios– para certificar si «las muchas coincidencias de la parte masculina de los dos investigados», halladas entre los restos de la prenda de Helena, «son poco o muy habituales», detalla Joan Jubany. Pero, en vez de realizar esta comparativa, repitieron la que ya había efectuado el Intox, que resultó no concluyente.

Por otra parte, la comunidad todavía dilación que la Científica determine si hay «rastros biológicos» en los anónimos que enviaron a Helena semanas antaño de su crimen. En caso afirmativo, habrá que analizarlos. Y es que una pericial de los mismos investigadores concluyó que Jiménez era autor, al menos, de parte de ellos.


Segundo de los anónimos que enviaron a Helena, semanas antaño del crimen. Los textos iban acompañados de bebidas adulteradas con psicotrópicos. La misma sustancia que le suministraron antaño de matarla


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El abogado de los Jubany, Benet Salellas, formalizó un apelación el pasado 13 de diciembre, para requerir que se realicen ambas pruebas, que el Auditoría de Primera Instancia 2 de Sabadell (Barcelona) ordenó hace más de tres meses. Otra «traba», constata Joan, que sortean con «paciencia e insistencia» para obtener «entender la verdad»: quiénes mataron a Helena.

El fallecido de la bibliotecaria de Sentmenat se localizó el 2 de diciembre de 2001, un día luego de desaparecer, en el patio de luces de un edificio de la calle Calvet d’Fortuna de Sabadell. La habían arrojado, desnuda, desde la cabeza, y tenía algunas quemaduras en el cuerpo. Entonces hubo dos detenidas: Ana Echaguibel y Montserrat Careta. Ésta última vivía en el edificio desde donde arrojaron a Helena. En ocasiones, allí todavía pernoctaba su pareja: Santiago Laiglesia.

Durante el registro, los investigadores localizaron en el calle una caja de pastillas, Noctamid, cuyo componente principal, benzodiacepinas, contenían las bebidas adulteradas que dejaron a Helena contiguo a dos anónimos, semanas antaño del crimen. Todavía las había ingerido la perplejidad que la mataron, según certificó la necropsia. Por otra parte, la Policía encontró dos cajas de cerillas, como las que aparecieron en la cabeza, y con las que habrían mosqueado partes del cuerpo de la muchacho.

Todos los investigados por el crimen formaban parte de la sección Naturaleza de la Unión Excursionista de Sabadell (UES), entidad a la que la muchacho se había unido tras mudarse a la ciudad y cuyos integrantes han estado desde el principio en el foco de las sospechas. A pesar de ello, una desastrosa instrucción, a cargo del magistrado Manuel Horacio, se saldó con el archivo provisional del caso en 2005.

Careta se suicidó, en mayo de 2002, en la prisión de Wad-Ras, donde había ingresado acusada de homicidio. Entre sus notas, una en la que aseguraba que era inocente y que tenía «la conciencia tranquila». Echaguibel quedó en sencillez y Laiglesia no llegó ni a ser detenido. La investigación contra ellos se archivó por yerro de indicios.

Ya entonces, los forenses determinaron que en el crimen habían participado, al menos, dos personas.

Nuevas pruebas

Transcurridos los abriles, el empeño de la comunidad y de su abogado permitió reabrir el caso. Todavía la predisposición del magistrado Juan Díaz Villar, hasta hace unas semanas, al frente de Primera Instancia 2 de Sabadell.

En julio de 2020, otro instructor ordenó la reapertura del caso y la imputación de Laiglesia, pero en marzo del año posterior, la Audiencia de Barcelona la revocó. Así lo acató el judicatura de Sabadell, hasta que gracias al apelación de los Jubany, que aportaron nuevos testimonios y pruebas, entre éstas, el disco duro de Helena –que no se había analizado– llegó la segunda reapertura. Fue así como un amigo de la bibliotecaria, al enterarse de la anuncio, contactó con la comunidad para aportar información sobre uno de los usuarios que chateaba con la muchacho, cuyas conversaciones habían quedado almacenadas en el dispositivo.

En su proclamación en presencia de el magistrado, el individuo tras el sobrenombre de ‘Rius Cant’ alegó no recapacitar ausencia. A punto de prescribir el crimen, Salellas remitió un nuevo escrito al judicatura ya que ni la Policía Franquista, a cargo de la investigación, ni la Fiscalía, realizaron de oficio ninguna diligencia. Para evitar el archivo definitivo, la incriminación particular solicitó la imputación de tres sospechosos. El magistrado la denegó pero, días más tarde, aportaron una nueva prueba: un correo electrónico que vincula a otro constituyente de la UES con los anónimos que enviaron a Helena: Xavier Jiménez, que adquirió la condición de investigado el 1 de diciembre de 2021. Una semana luego, el crimen prescribió para todos aquellos que nunca habían sido imputados. Unos meses más tarde, tras la prueba caligráfica, la Policía determinó que Jiménez es el autor de parte de los escritos que recibió la víctima.

En junio de 2022, transcurridas más de dos décadas del homicidio, la Científica localizó ADN masculino en el suéter de la bibliotecaria. El cotejo con el material hereditario del entonces único imputado fue pesimista, pero ese resultado fue el que abrió la puerta a imputar al primer sospechoso del crimen: Laiglesia, en febrero de este año. La comparativa de ADN siquiera fue concluyente. Por eso, a petición de la comunidad, el instructor encargó el Instituto de Ciencias Forenses de Santiago de Compostela un nuevo investigación que, con técnicas y tecnología «más destacamento», permita secuenciar los marcadores del cromosoma Y para así confirmar o descartar que los perfiles hallados son de los dos investigados. Comparativa que no se ha realizado, y por eso los Jubany han vuelto a reclamarla.

«De momento, toca esperar», apunta Joan, que durante estos vigésimo abriles no ha dejado de despabilarse probidad para su hermana.

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