tráfico de drogas en O Pino y robos en el centro



La criminalidad en la ciudad se distribuye por barrio. A pesar de cada día se denuncian una media de trece delitosSegún los últimos datos del Ministerio del Interior, hay zonas que acaparan determinadas infracciones y afectan de diferentes maneras a los vecinos. Unos, acostumbrados a crímenes “de toda la vida” y otros que ven alterada la tranquilidad de sus calles y se desesperan ante la inacción municipal y policial. Es el caso de O Pino, un barrio en el que, en los últimos años, la tranquilidad se ha visto perturbada.

La presidenta de la asociación Santa Ana de O Pino, María Carmen Montero, señala que “La afluencia de gente de fuera -que consume drogas- es peor que nunca”. Normalmente llegan al barrio en coche, “a gran velocidad”, pero también circulan por calles peatonales todas las noches. “No entiendo por qué no hacen caso”, dice Montero. Desde esta asociación denuncian que las llamadas a la policía son constantes, al igual que las reuniones con el Concello, pero aseguran que están abandonados “a su suerte”.

Cada día aparecen envoltorios de heroína por el suelo, botellas de cerveza rotas o excrementos. “Vemos cómo defecan y orinan en nuestras calles”, dice. También se registraron ocupaciones en casas a las que entraron por la fuerza.

Los vecinos creen que estos grupos proceden de Covadonga, donde representantes del barrio lamentan que llevan “30 años sufriendo” el problema del narcotráfico. Un portavoz señala que “la policía sólo va a pasear”. “Lo que pasa aquí es un secreto a voces. Las autoridades saben dónde se comercializa y dónde se consume, pero no hacen nada, la situación es la misma”, añade. La asociación mantuvo una reunión con la Subdelegación de Gobierno, pero confirman que faltan acciones para frenar todos los delitos derivados del consumo de drogas: tráfico, robos con intimidación, robos con fuerza y ​​daños o lesiones, entre otros.

Un poco más al sur, en A Ponte, precisamente están expuestos a oleadas de robos en los establecimientos. Olga Giráldez, representante de la asociación Ponte Canedo, afirma que “son constantes”.” Ya salimos a la calle con miedo”, añade. Además, el trato también está presente, al igual que la consumición en la zaga de Ribeira de Canedo.

Durante varias semanas, una mujer quemó hasta siete contenedores en la avenida de As Caldas, una acción que tuvo sus imitadores a lo largo del año y que hizo lo mismo en otros tambores del barrio.

También del mismo lado del río se encuentran los vecinos y usuarios de la zona termal, donde los robos y daños a los vehículos son habituales desde hace años. “Sobre todo en el aparcamiento de O Muíño y Outariz”, especifica Enrique Camoeiras, de Amigos das Termas.

Como Lagoas

En la zona este de la ciudad, la delincuencia cambia. El tráfico está presente en menor medida, dando paso a los robos, que afectan tanto a particulares como a vecinos. Durante el primer trimestre de 2023, este tipo de delitos aumentó un 38%. En verano, las bandas itinerantes actúan principalmente en el barrio de As Lagoas y en el Centro. La entrada a las casas no se realiza por casualidad, los días anteriores lo marcan. Para prevenir esta situación, los expertos recomiendan que “parezca que hay movimiento”.

Además, los graffitis son cada vez más notorios en la zona del campus universitario, así como en Bernado González Cachamuíña y en la avenida Buenos Aires.

Centro

Los robos también están a la orden del día en el centro. La presidenta de la asociación de vecinos, Patricia Santamaría, señala que “sufre en casas y locales. Nos preocupa que estén sucediendo cada vez más durante el día. Saben cuándo van a comprar los vecinos, por ejemplo, y entran en ese momento”. Santamaría agrega que estudian rutinas de entrada y salida.

En los negocios es la misma tónica. Precisamente, el pasado jueves, la Policía Local detuvo a dos hombres que ingresaron a las 2.00 horas de la madrugada en un negocio de la Avenida de Buenos Aires e intentaron apoderarse de la caja registradora. Este 2023, este delito creció un 56%.

Además, los robos, en la calle y en comercios, también aumentaron: un 19% sólo en los primeros tres meses del año.

pelo de casco

Los vecinos del Casco Vello acumulan más de 300 denuncias interpuestas por ruido en el Concejo, pero pese a sus constantes exigencias, sus peticiones no proliferan. Viven en una zona histórica llena de graffitis y con presencia de numerosos edificios abandonados, que muchas veces acaban allanamiento. Además, la violencia nocturna en Ourense es cada vez más habitual. Todos los fines de semana se producen peleas o palizas, que según la policía suelen producirse por cuestiones de drogas.

O Couto

José Delgado, de la asociación de vecinos de O Couto, explica que durante años hubo una conflicto entre locales y latinos en este barrio, que culminó con que unos vecinos de Ourense colgaran carteles en Jesús Soria que decían “Vete a la selva”. Sin embargo, a raíz de una reunión con representantes de ambos partidos y autoridades, la convivencia mejoró: “A partir de ahí no notamos ni conflicto”, afirma.

Delgado también observa que “la presencia policial ha aumentado considerablemente en los últimos meses”. A principios de junio, la Guardia Civil descubrió un piso, en la calle Zurbarán, desde el que operaba una banda especializada en robos.

San Francisco

En En San Francisco, los delitos de daños y robo son más comunes en los vehículos, especialmente los que estacionan en la zona del cementerio.

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