a qué se debe y cómo nos afecta



La Tierra pisó el acelerador. Este miércoles 3 de enero, nuestro planeta metió el turbo y viajó a una velocidad mucho longevo de lo que lo suele hacer: a 110.700 kilómetros por hora, 3.420 kilómetros por hora más rápido de lo habitual (107.280 kilómetros por hora).

A 30,75 kilómetros por segundo, según informó el Observatorio Desorbitado Doméstico (OAN). La velocidad orbital máxima que es capaz de alcanzar la Tierra. Pero siquiera hay que echarse las manos a la vanguardia, ya que este no es un aberración extraordinario. Ahora proporcionadamente, ¿qué es lo que hace que hayamos ajustado esta estratosférica velocidad?

Para objetar a esta pregunta tenemos que fijarnos en la forma que describe la esfera terrenal: es ovalada. Al no trazar un círculo consumado, uno de los lados de esa esfera está más cerca del Sol (lo que se conoce como perihelio) que el otro, el más alejado de nuestra suerte (llamado afelio). Y ahí está el quid de la cuestión: que la esfera sea elíptica es la responsable de que la velocidad a la que la Tierra delirio en torno a del Sol no sea constante.

¿Por qué se produce este aberración?

La Tierra expedición en torno a del Sol trazando una esfera elíptica de 930 millones de kilómetros y a una velocidad media de 107.280 kilómetros por hora. Un delirio que tarda en recorrer 365 días y casi 6 horas (de ahí que cada cuatro primaveras haya un año bisiesto, para corregir ese cuarto de día extra, tal y como sucede, precisamente, este 2024).

Este pasado miércoles, nuestro planeta alcanzó ese punto conocido como perihelio, su mayor acercamiento con el Sol. En ese momento, la Tierra se situó a poco más de 147 millones de kilómetros del divo solar, unos 5 millones de kilómetros menos que cuando está en el afelio, el momento de longevo distancia y que, tal y como informa el OAN, sucederá el próximo 5 de julio de 2024.

De acuerdo con la segunda ley de Kepler, la velocidad de traslación terrenal no es constante, sino que varía, alcanzando su valencia mayor en el perihelio. Ahí es cuando la Tierra ‘mete ese turbo’ al que nos referíamos al principio del artículo hasta alcanzar los 110.700 kilómetros por hora. Por contra, en el afelio pisa el freno y reduce su velocidad a ‘solamente’ 103.536 kilómetros por hora. 7.000 kilómetros por hora de diferencia, que se dice rápido.

La distancia media del Sol con respecto a la Tierra es en promedio de 150 millones de kilómetros. En el afelio alcanza los 152,09 millones de kilómetros, mientras que en el perihelio mengua a los 147,10 millones de kilómetros de distancia.

¿Qué dice la segunda ley de Kepler?

La segunda ley de Kepler, conocida como ley de las áreas, es la que proporciona información sobre la velocidad a la que se desplaza un planeta en torno a de su suerte mientras traza una esfera elíptica.

Lo que promulga esta ley es que el radiodifusión vector (la recta) que une el Sol con cada planeta barre (recorre) áreas iguales en tiempos iguales.

Así, para que esto se cumpla, la velocidad del planeta debe ir en aumento a medida que se aproxime al Sol. O dicho de otra guisa: cuando los planetas están cerca del Sol en su esfera, se mueven más rápidamente que cuando están más allí. Preciso lo que ocurre en el caso terrenal al acercarse al perihelio.

Esto, encima, demuestra la presencia de una fuerza de distracción que permite al Sol atraer los planetas, tal y como postuló Newton primaveras más tarde de que Kepler anunciase sus leyes: a medida que la Tierra se acerca al Sol, la fuerza gravitacional aumenta y empuja a nuestro planeta más rápido a lo extenso de su esfera.

¿Cómo nos afecta el cambio de velocidad de la Tierra?

Esta celeridad terrenal causada por la distracción gravitacional del Sol no será perceptible por los humanos en la Tierra. Unos artículos mínimos que ni siquiera se dejan notar en las principales variables meteorológicas, ya que estas (las estaciones del año) no dependen de la proximidad al Sol, sino de la inclinación del eje de rotación terrenal (23,5º en relación a la esfera que describe).

No obstante, aunque a nosotros no nos afecte, sí que se dan unos sutiles fenómenos en la Tierra. La interacción gravitacional, por ejemplo, al estar en su momento culminante, afecta tenuemente a las mareas. Asimismo se da un leve incremento de la radiación solar (la Tierra recibe un 6,8% más de radiación solar en el perihelio que en el afelio).

Pero más allá de esto, y como pudimos comprobar en primera persona este miércoles, la velocidad de la Tierra, nuestro ‘transporte espacial’, no supone ningún cambio en nuestro día a día.

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