Una estancia esencia
Su estudio es esencia para la investigación del choque. Así lo ha confirmado la presidenta de la la Congregación Doméstico de Seguridad en el Transporte de EEUU, Jennifer Homendy. “Nuestro equipo de estructuras querrá ver todo lo que hay en la puerta: todos los componentes de la puerta para ver las marcas de los testigos, cualquier transferencia de pintura, el estado en que se encontraba la puerta cuando la encontraron. Eso puede indicarles una mucho sobre lo que ocurrió”.
El descomposición de la estancia, si tiene daños y dónde están determinará si pudo activo un error la fabricación. Decenas de inspectores analizan palmo a palmo el avión para despabilarse más pistas y poco a poco se conocen detalles.
Fallos anteriores en el avión
La Congregación acaba de informar de que en ese mismo trasto hubo fallos de presurización en días anteriores. La luz que indica un decisión en la presurización cibernética de la cabina se iluminó el 7 de diciembre, el 3 de enero y el 4 de enero, aunque aún no está claro si hay alguna conexión entre esos incidentes y el choque.
Encima, se ha entrevistado a los pilotos, que han descrito algunas escenas de caos. La cabina del avión se abrió de forma violenta tras el choque. Tanto el piloto como el copiloto perdieron los auriculares y tuvieron que acudir a un altavoz: se comunicaban con dificultad. Esa ‘crisis de meteorismo‘ hizo que saliera volando una directorio de demostración laminada que los pilotos usan en una situación de emergencia.
Otro escollo en la investigación ha surgido a la luz hace unas horas. La grabadora de voz de la cabina (CVR) fue sobrescrita por completo, eso significa que no se puede revisar la conversación de los pilotos.
Boeing, en el punto de mira
La angustiosa rotura del fuselaje en el meteorismo en un revoloteo de Alaska Airlines cerca de Portland, Oregon, este pasado viernes culmina un año turbulento para Boeing, con sus aviones insignia 737 Max acosados por problemas de fabricación.
La reputación de Boeing sufrió un duro codazo durante la inmovilización mundial de un maniquí aludido del Max a posteriori de dos accidentes, uno en 2018 y otro en 2019, que mataron a 346 personas. Las investigaciones revelaron problemas con el diseño de un sistema automatizado en el avión, que no habían sido revelados en su totalidad a la FAA.