«Lo cogí del cuello y le clavé el cuchillo varias veces»


El hombre procesado de asesinar a su hijo de merienda abriles en la población valenciana de Sueca para causarle dolor a la mama ha vuelto a confesar el crimen este lunes en el razón que se sigue contra él en la Audiencia de Valencia, aunque ha rechazado los presuntos malos tratos físicos y psíquicos a su exmujer durante casi dos décadas de nupcias.

«Discutimos porque no quería estar allí. No estaba a antojo. Quería irse con su mama. Me dijo que yo no era su padre. Y de ahí pasó todo lo que pasó. Lo cogí del cuello y le clavé el cuchillo varias veces», ha relatado el procesado impasible en presencia de el junta popular sobre unos hechos que se remontan al 3 de abril de 2022, dos días a posteriori del cumpleaños del crío. Mientras, el beocio «estaba tranquilo».

No recuerda las veces que lo apuñaló, pero sí que el crío cogió la emplazamiento de su mama -a la que había enviado un mensaje pidiéndole que fuera a por él- mientras lo estaba acuchillando y gritó «¡Mamá!» antiguamente de caducar. Siquiera sabe si siguió apuñalándolo a posteriori. Cuestionado sobre si el crimen se hubiera producido si su expareja hubiera vuelto con él, ha respondido: «No creo». Al mismo tiempo, ha agradecido que para la mama, Jordi era «la persona que más quería en el mundo».

José Antonio A., que se enfrenta a la prisión permanente revisable, solo ha querido objetar a las preguntas de su abogado y al de la Generalitat, que ejerce la influencia popular. «Me lo dejaba todos los domingos» pese a estuviera bajo los posesiones del licor, ha puntiagudo sobre la custodia compartida de mutuo acuerdo tras el divorcio, que se dictó por una descoordinación entre juzgados, al no informarse de la existencia de una condena por malos tratos. La relación con el crío era, a su razón, «muy buena», aunque se ha justificado esgrimiendo que el día del crimen -cuando insistió en celebrar el aniversario de su hijo- y el mencionado «había bebido mucho». Hasta entonces, el procesado había cesado todos los actos hostiles cerca de su exesposa y mantenía las visitas que le correspondían.

A preguntas de su defensa, ha indicado que tenía dependencia del licor y que, aunque no tomaba sustancias estupefacientes, «el novio de mi hermana entraba al asfalto y me ponía droga en la bebida». Por otra parte, ha anexo que en el momento de los hechos estaba de pérdida por una «depresión musculoso», que sigue tomando receta para la ansiedad y que tiene circunstancias familiares de trastorno mental: «Tengo una tía que es esquizofrénica». Como compensación ha ofrecido su asfalto, en el que cometió el crimen, a su exmujer, aunque cree que no lo ha aceptado. Por ello, su defensa pide que se contemple la atenuante de perturbación psíquica y de reparación del daño.

Contradicciones en la proclamación

El procesado, de 47 abriles, ha señalado que «la relación era buena hasta el 2021» con su entonces pareja, cuando ella le dijo que «se había enamorado de otro hombre y empezamos a discutir». «Reaccioné mal y le pedí que se lo pensará mejor», ha admitido, pero «no la he insultado nunca». En ese sentido, ha inútil que vejara a su exmujer en presencia de familiares y amigos durante 17 abriles de nupcias, aunque sí ha agradecido que, tras la separación, la llamaba insistentemente.

«No la cogí del cuello», ha afirmado, y siquiera le esgrimió un cuchillo –un episodio por el que fue condenado y desencadenó que la mujer se marchara con su hijo a radicar a casa de sus padres– ni la amenazó con causarle mal tras pedirle el divorcio.

En varias ocasiones ha trillado que su exmujer miente en su relato. «Yo iba a ver cómo Jordi entraba a escuela cuando ella no estaba delante, estaba en la otra cúspide», aunque ha rechazado que se acercara a ella –había una orden de alejamiento– para pedirle que volviera con él.

Sobre todas estas afirmaciones, la magistrada ha apreciado contradicciones con su proclamación en instrucción, en la que sí que admitió ocurrir insultado a su expareja y haberla aferrado del cuello en dos ocasiones, así como haberse acercado a ella en los accesos al centro escolar.

«No está alienado. Es maldad»

El encausado está en prisión provisional desde que ocurrieron los hechos. La clarividencia debía ocurrir empezado el 18 de diciembre, pero al no alcanzarse conformidad entre las partes y se decidió aplazarla para que la deliberación no coincidiera con las Navidades. Las comparecencias de los testigos y los peritos se sucederán a lo abundante de esta semana con vistas a que el próximo lunes el junta se retire a deliberar.

La mama del crío asesinado ha manifiesto a puerta cerrada por su condición de víctima de malos tratos. Finalmente se ha renunciado a la testifical de la progenitora del procesado. Al inicio de la sesión de este lunes, tras la comicios de los nueve miembros del tribunal ciudadano, las partes han docto sus escritos de imputación y han hecho hincapié en las secuelas que los hechos que se juzgan han dejado en la mama del pequeño tras lo «peor» que puede hacer un ser humano. «El que muere ya no siente», pero el que se queda «está muerto durante toda su vida», ha señalado la fiscal.

La abogada de la mama, que ha pedido un veredicto de culpabilidad, ha progresista al junta que iban a ser testigos del «dolor en su máxima potencia». «Oirán cómo sobrevive» y «cómo la vejaba durante 17 abriles». «Tomen nota de todo», ha pedido.

Por su parte, el docto de la Generalitat, que se ha adherido al escrito de imputación de la Fiscalía, ha pedido al junta que preste atención a los informes médicos forenses, que indican que el procesado era «plenamente consciente» de lo que hacía, «con su capacidad intelectual intacta» pese a sus problemas de dipsomanía. «No está alienado. Eso es maldad», ha aseverado para razonar la petición de la máxima pena contemplada en el Código Penal.

La Fiscalía reclama una indemnización de 300.000 euros para la mama del pequeño y 60.000 para cada uno de los abuelos maternos. Por otra parte, el Empleo Manifiesto observa otros cuatro delitos -amenazas, transgresión de condena, maltrato y maltrato psíquico y físico habitual- en la representación del encausado durante los abriles anteriores al filicidio.

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