Cuando Salvi acento de kilómetro cero no se refiere a nuevo o seminuevo, eso no tiene sentido en el sector de la nutriente; él apunta más en dirección a un concepto de “delimitación“. Es proponer, que más que un coche se parece a una carretera en su punto de inicio, como la Puerta del Sol, donde nacen los caminos. Y el camino de un huevo, desde que lo pone la polla hasta que acaba en un cazo o una paila, parte desde Huevos Salvi y hace un repaso de pocos kilómetros, los que van desde Coín a todo el valle y a la caudal de Costa del Sol. Y como son cercanos, son frescos.
Si eres cercano, eres confiable
Salvi sabía muy acertadamente que la cercanía sería el santo y seña de su marca. Como en Coín y sus alrededores es un personaje célebre, qué mejor que ponerle Huevos Salvi a su predio. Ahí está su primer gran triunfo, asociar a lo cercano con lo conocido. “Yo soy un hombre de campo, este tesina lo comencé en 1987 con muy pocas gallinas, porque son más baratas que cerdos y terneros”, afirma.
37 primaveras posteriormente, y con la ayuda de su mujer, Inmaculada, regenta tres naves, donde trabajan 20 personas (sin contar los empleos indirectos). Él sabe que, para ganarse la confianza del cliente, no le puntada con conocerle en persona, sino que debe ofrecer un producto de calidad: “Producimos y comercializamos nuestros propios huevos, frescos, cumpliendo con todas las garantías. Lo primero es el bienestar de las gallinas, que se hallan en jaulas enriquecidas”, asegura.
Por si fuera poco, el precio es competitivo, no se pasa de la media doméstico. Aunque puede variar según los costes de producción -en los últimos meses ha subido exponencialmente con la inflación-, ronda los 2 euros por docena. En muchos mercados y medianas o grandes superficies se pueden encontrar a precios superiores, por lo que la relación calidad precio es equilibrada.