Una detonación para poner fin a una era


La comarca del Bierzo (León) dinamita este jueves los últimos símbolos de su fortaleza económica durante el último tercio del siglo XX. Se despedirá de lo que más de uno ha calificado como “los últimos vestigios de más de un siglo de tradición, historia y cultura de la minería del carbón” en la comunidad de Castilla y León. A las doce del mediodía, el Voladura de las dos torres de refrigeración y chimenea del grupo tres de la antigua central térmica de Compostilla II, situado en el municipio de Cubillos del Sil, a pocos kilómetros de Ponferrada. Endesa, propietaria del complejo, y la empresa encargada del desmantelamiento de la planta tienen todo preparado para ese adiós.

Cinco segundos antes de las doce del mediodía comenzará la cuenta atrás para la explosión. Marcará el final de un Operación que se activa a las ocho de la mañana., con la revisión de los protocolos establecidos. El cronograma contempla acordonar un área de seguridad con un perímetro de 400 metros. A las nueve horas se cerrarán carreteras y caminos y, acto seguido, se procederá a la evacuación de las personas que hayan podido acceder a las instalaciones. Y una vez terminado, un vehículo, con la sirena encendida, recorrerá todas las carreteras avisando con antelación del disparo.

Los artilleros ya estarán en sus puestos a las doce menos veinte y a las doce menos cinco una sirena emitirá un tono largo. Un minuto antes del mediodía sonarán tres breves tonos de sirena. Y, a las doce de la mañana, la voladura. Decenas de kilos de explosivos caerán tanto sobre las torres como sobre la chimenea.

El combustible nativo

Supondrá la desaparición de las últimas torres de las centrales eléctricas de carbón que existieron en Castilla y León. A lo largo de los últimos años, han ido cayendo en Anllares del Sil (León), Velilla del Río Carrión (Palencia) y La Robla (León). Las sucesivas voladuras fueron consecuencia de la ruptura de España con el carbón, su único combustible autóctono. Nuestro país apostó por las energías verdes y dejó de producir electricidad con el llamado, en otro tiempo, “oro negro”. Este hecho ha contrastado con la continuidad del uso del carbón en otros países europeos, especialmente Alemania o Polonia, cuyas centrales térmicas siguen activas, al igual que sus minas. Ahora, España es un centro logístico de carbón importado que se traslada a otros puntos del viejo continente.

La desaparición de las torres y la chimenea de la térmica de Compostilla supone, en opinión de muchos, la confirmación de un fallo. Una decepción que comenzó en diciembre de 2018, último día que esta planta producía electricidad con carbón. Se trataba del “último servicio” de una instalación inaugurada en 1966 y que sustituyó a la central térmica con la que Endesa inició su actividad en 1949, en Ponferrada. En ese tiempo, Compostilla II quemó hasta 124 millones de toneladas de carbón y generó casi 2.900 millones de megavatios hora, durante todo su tiempo de funcionamiento, que sumó 1,2 millones de horas, según datos facilitados por la propia eléctrica, cuando en 2020 desconectó la térmica de la red.

Desde entonces, los intentos de salvar las torres y la chimenea, con mayor o menor interés o intensidad, han fracasado. La Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León llevó a cabo un intento de declarar estos elementos como Bien de Interés Cultural, pero lo descartó al poco tiempo, tras aceptar un informe de Endesa que planteaba su gastos de mantenimiento hasta veinte millones de euros. Este hecho motivó un primer aplazamiento de la voladura, en diciembre de 2022. La segunda fecha señalada, enero de este año, también fue aplazada a petición de la plataforma ciudadana Bierzo Ya, el último grupo que ha intentado, en vano, salvar la torres y darles un uso museístico o turístico.

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