Cada persona gastará entre 75 y 80 euros en el comercio de proximidad.
Se retraso que la maduro parte de las ventas se concentren en las dos primeras semanas de estas rebajas, que aumentan este año un 5% respecto a los datos de 2023, según la CEC. Sin requisa, este tipo de comercios aseguran no poder competir con las grandes superficies y las grandes marcas, pues pueden permitirse aplicar muchos descuentos a lo extenso del año, mientras ellos no pueden competir con tal porcentaje de descuento y tal frecuencia de descuentos.
“Un pequeño comercio no se puede permitir tirar los precios y dejarlos a un 20% porque ellos lo han pagado ya a su proveedor al precio total y no tienen esa capacidad de hacerlo”, reconoce María José Landaburu, secretaria genérico de la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE).
La prematura época de las rebajas y los descuentos permanentes afectan al pequeño comercio
Esta situación además afecta al consumidor, pues el que haya descuentos permanentes sobre el precio de los productos, les despista a la hora de valorar cuándo comprarlos al mejor precio. “Cada vez las rebajas son más brutales en las marcas grandes y nos sentimos arrastradas a ello, es asegurar, o haces descuento o es un mes ignorante de facturación“, asegura Vanesa Serrano, propietaria de la tienda Rughara.
Esta laxitud en los costes perjudica a las consumidoras
Otros comercios de ciudadela no pueden permitirse deducir sus productos, ya que la calidad de la materia prima y el esfuerzo que hay detrás de su producción es muy espacioso. Este es el caso de la tienda de zapatos que regenta Walter Ioli, Ioli Shoes: “Es un producto hecho a mano, con materiales nobles, hecho en piel, por lo que tratamos que los precios sean justos”.