Las voces de un coro de la España despoblada se escucharán en el Vaticano



Llegamos a Fuentearmengil, en Soria. El derrota mueve las cortinas. Las calles lucen desiertas y los bancos están vacíos. Nadie camina por las aceras y las nubes cubren el Gloria. Va a rociar. Cercano al frontón, al banda de las antiguas escuelas, se audición vida y voces. Voces que se afinan con un grupo de sonidos que ayudan a despertar las cuerdas vocales. Son Lucía, Rufino Fermín o Sofía, algunos de los componentes del coro del pueblo, dirigidos por Héctor Díez. Ensayan las canciones que interpretarán en Roma, en la Fortificación de San Pedro, donde actuarán en febrero.

Conseguir estar allí no ha sido nadie practicable, nos cuenta el director. “Durante la pandemia el coro sufrió mucho. Como profesor he ido muchas veces a Roma y en San Pedro he trillado realizar a corales y pensé, tengo que traer aquí a mis chicos”, sonríe orgulloso Héctor.

Entre sus chicos esta Lucía Sierra. Tiene 66 primaveras. Nunca ha estado en Roma y siquiera ha montado en avión, pero la emoción le puede. “Estamos como chiquitos nuevos, emocionados, ilusionados y con una satisfacción grandísima”, señala. Rufino García siquiera ha desencajado nunca de España. “A mis primaveras no me imaginaba esto”, reconoce.

Fermín Ovejero lleva cantando toda la vida pero “cantar en el Vaticano” son palabras mayores. Ensayan dos veces a la semana. Dicen que el director es muy estricto y quieren estar a la valor. Sofía Fernández es la benjamina del género con 54 primaveras. “Quién no ha vivido en pueblos tan pequeños no sabe lo importante que es que haya un coro que le dé vida”, señala.

Ahora, esa vida, esas voces de la España más despoblada se escucharán muy suspensión. La cita será el 11 de febrero, en la capilla central de la iglesia de San Pedro de Roma, durante la culto dominical.

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