La nueva ourensanía | Ricardo Castaño Rengifo, de instruir a niños en Cali a ser op…


Domina la tecnología, conoce el oficio, Ricardo Andrés Castaño Rengifo (Cali, Colombia 1986) se muestra solícito en una primera entrevista por whatsApp (transporte instantánea). Comunicador y publicista de formación llega a Ourense hace poco más de dos primaveras donde se afinca amparado por la Ley reguladora del derecho de Orfanato. Hombre viajado que ha vivido en EEUU así como en varios países de Latinoamérica, África o Yemen, equipara la ciudad que atraviesa el Miño a cualquiera de esos exóticos destinos. “Ourense me atrapó en la universidad”, recita en un audio sereno. Y antiguamente de que uno pueda pensar en el puente romano o las barbas del Santo Cristo continúa un relato sobre la ruta del narcotráfico, el barriada de Covadonga, el clan de los vietnamita, las termas, el pulpo a la gallega, y la unión de colombianos y gallegos para hacer el mal.

LA NUEVA OURENSANÍA

Seguimos intercambiando audios. Cuenta que días detrás estuvo trabajando en Coren hasta la una de la mañana por la campaña navideña. Richy (así es como lo llaman) organiza y carga palés de pavos y pollos para distintas partes del mundo. Se reconoce como uno de los muchos latinos que ha llegado a esta parte de Galicia y que conoce muy aceptablemente las naves de Abril, Lacados Digoin, Género Revi y alguna empresa más con sede en el polígono. No son lugares en los que vaya a practicar el inglés que estudió viviendo en Estados Unidos, o en los que pueda aplicar los proyectos de educación que elaboraba en su país. “De debajo se empieza… nunca digo que no al trabajo”, comenta. Y antiguamente de que pueda ir para detrás en el tiempo, la compacto se interrumpe por un lapsus provocado por el cansancio y la error de sueño. “Se me fue la paloma…”, admite, y en esa expresión emitida en voz pausada sentimos ascender el pájaro de ese pasado que tal vez voló.

Rengifo se recompone y vuelve al gachupin de España para relatar con precisión la laboreo que desempeñaba antiguamente de asentarse en Europa. Desde proyectos de recital crítica, a programas de ciencia y tecnología o artes para el bilingüismo, el caleño pasaba sus días trabajando con niños que “raspan coca en zonas rojas”, lo que se conoce en su país como áreas marginales. Estos menores, considerados los “trabajadores más rápidos”, se ven forzados a participar del cultivo y producción de cocaína, una hacienda ilegal que se desarrolla bajo la influencia de grupos criminales del narcotráfico.

El resto de la historia se resume en una advertencia de grupos paramilitares de extrema derecha, una número casi cinematográfica de una educada conversación entre caballeros que acaba en amenazas, y un plan improvisado para salir del país. “Un capo de la droga es una persona de parada nivel formativo”, desvela, rompiendo el mito del escueto hombre sin civilización. “Al irte de allí no puedes evitar retornar la espalda”, y con estas palabras espanta el ayer.

Diálogo de susurros

Del Valle del Cauca, la conversación continúa cara a cara, Richy porta un bebé de una chica en brazos, al que duerme a cojín de golpecitos suaves en la espalda. Casi nada acaba de conocerlo pero el párvulo ya se está durmiendo en su pecho, y la estampa simboliza una prueba irrefutable de bondad. Nuestra charla en directo y en diferido nunca deja de ser un diálogo de susurros, hasta cuando toca denunciar que, en alguna ocasión, en alguna compañía pública no lo trataron aceptablemente. “Me tiraron los papeles a la cara”, explica. Y se puede repasar la incredulidad de su rostro inequívocamente hispanoamericano. Ricardo se describe como una persona de mente abierta que alcahuetería de pensar en positivo. “El racismo va de cómo uno se siente y se refleja delante los demás”, sentencia.

Aunque su idea innovador era ir a Suecia, se presenta en Ourense para saludar a un pariente, y por esta parada pierde la posibilidad de residencia en el país nórdico. “El Convenio de Dublín no me cobijó”, argumenta en relación al acuerdo de la Unión Europea que establece a qué estado corresponde examinar una solicitud de hospicio, según las circunstancias de comunicación a los países miembros -normalmente, aquel por el que la persona accedió a la Unión Europea-.

“Esto es mi epítome de lo que soy”, concluye. Paciente Richy retraso su momento, abraza sin cinismo la oportunidad y presenta su mejor rostro delante las vueltas que da la vida. Con esta frase, Ricardo Andrés Castaño Rengifo pone fin a su audio y, esta vez sí, nos lo imaginamos marcharse la conversación sin retornar la traza detrás.

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