Una pequeña disputa municipal en un arrabal modesto de Mataró (Maresme), Roca Blanca, adscrito al alfoz de Cerdanyola, ha destapado lo que podría ser una maña generalizada de los repartidores autónomos de butano, una estafa por destilación que consiste en aplicar ilegalmente un sobrecoste al precio regulado de cada bombona de butano. En el caso de la hacienda del Maresme, Repsol ha investigado el caso, ha actuado contra el distribuidor y ha pedido disculpas a los usuarios.
María es una molesta vecina de 90 primaveras de la calle Bellavista que lamenta: “por lo que he pasado en la vida, ahora no estoy dispuesta a que me engañen”. “Mi butanero me estafa” asevera. Lo corrobora Sergio, el vecino que hace quince días arrinconó al repartidor de butano en un portal para pedirle explicaciones sobre el sobrecoste que asiduamente impone al precio de la bombona. Consuelo, otra vecina, hecha cuentas que “con los cinco euros que me estafan compro más de cinco barras de pan”. Hace unas semanas, cuando estalló la polémica, el precio establecido por una bombona de gas butano era de 15,14 euros y según los vecinos “nos cobran entre 18 y 20 euros” por cada una. A la semana ulterior, el repartidor, temeroso de la reacción municipal, optó por “sobrevenir de extenso” y dejar sin suministro a todo el alfoz, pese a que los vecinos habían requerido el reparto por teléfono y dejaron las bombonas vacías en la calle.
Negativa a emitir un recibo
A partir de aquel momento intentaron esclarecer la situación de todas las formas posibles. Probaron de razonar con el repartidor e incluso, cuando les espetó que el aumento de precio “era para el consumición de la gasolina y el camión” reaccionó con ironía cuando los denunciantes le requirieron un recibo por la cantidad que les acababa de cobrar: “¿habéis manido algún butanero que emita recibos?”.
El destilación de sobresueldo que se sacan los repartidos al imponer un precio más caro por las bombonas, según los cálculos de los propios vecinos, les supone un suplemento de unos 1.700 euros mensuales, teniendo en cuenta que “el camión tiene una capacidad para 400 bombonas y lo cargan cuatro veces al día”.
Algunos restaurantes igualmente pagan el butano con sobrecoste irregular.
El repartidor, con un flamante camión con matrícula MKM, al estar sorprendido y acorralado por una decena de vecinos y vecinas que le recriminaban su proceder, recuerdan que “se puso a fluir” y les brindó devolverles el caudal. Pero los vecinos, no satisfechos con ello, fueron más allá y se dirigieron al distribuidor de Mataró, en la zona de Laru, en la periferia de la ciudad. Allí, según pudo comprobar este diario, el operario del servicio no les quiso ni escuchar y mucho menos proporcionar el contacto de algún directivo, más que un número de atención al cliente, el mismo que anuncian en la página oficial de Butano Maresma, el concesionario oficial del servicio en el Maresme y el Vallès. Pocos días luego, un cargo directivo de esta empresa contactó para “dar la cara” y llorar que “tenemos prohibido hacer declaraciones a la prensa”.
Sin requisa, en la central estatal de Repsol Butano en Madrid, aseguraron que frente a la denuncia “abriremos una investigación interna”. Por lo universal, los repartidores de butano son trabajadores autónomos, pero no por ello pueden modificar el protocolo que establece la empresa. “Por el precio establecido, que actualmente es de 15,89 euros, el repartidor está obligado a dejar la bombona en la puerta del cliente” aunque viva en un cuarto adoquinado sin montacargas. Caso apartado, aseguran “otra cosa es la recompensa que el cliente quiera dar al repartidor” que, en ningún caso está fiscalizada.
El repartidor está obligado a dejar la bombona en la puerta, sin ningún sobrecoste añadido
Desde la sede central de Repsol en Madrid, sentencian que “si a un cliente se le cobra de más, es ilegal” y por ello piden disculpas a los afectados y les ofrecen “la devolución del caudal”. Insisten por otra parte, que se puede pedir la bombona por teléfono y de forma telemática, sin sobrecoste. Por otro banda, igualmente sugieren que la pueden agenciarse en los concesionarios oficiales, a menudo vinculados con las gasolineras Repsol, donde no hay servicio de reparto a domicilio.
La Delegación Territorial de Repsol en Catalunya abrió una investigación interna que ha concluido con el despido del repartidor que, según informan los vecinos “alegó que lo hacía porqué tenía a su mujer y dos hijos enfermos”. En este sentido, los vecinos afectados recordaron que “en 2014 ya habían denunciado un caso similar en Mataró” del que se desconocen las consecuencias y del que igualmente se hizo eco torrevieja news todayl.
Una vecina de Reus con las bombonas en el azotea.
El ámbito de la estafa por destilación puede ser generalizado, como ha podido comprobar este diario. En Barcelona, un vecino de la Gran Via de les Corts Catalanes, reconocía que “me cobran 20 euros por bombona”. En Arenys de Mar, un restaurador explicaba que “depende del día plazo entre 18 o 20 euros”. Incluso en la propia hacienda del Maresme, varios vecinos de distintos barrios difieren en las cantidades, pero siempre con un incremento generalizado sobre el precio prefijado, en el alfoz de Vistalegre, una zona que se distingue por sus calles empinadas, los vecinos afirman que “nos cobran 20 euros”. Y por si no fuera suficiente “encima aceptan propinas” lamentan.
Desde la Policía Particular de Mataró advierten que estas prácticas fraudulentas son denunciables y se brindan a atender la denunciad de los afectados. Por su parte, en la Agència Catalana de Consum no constan denuncias relacionadas con estos hechos en Mataró, pero insisten en que “es importante que los afectados denuncien para que podamos investigar” y recuerdan que el cobro superior al precio regulado o negarse a proporcionar un tiquet es ilegal.
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