Tenía prohibido el pan, la pastelería y el chocolate. Su dieta era a cojín de fruta y verdura, y de vez en cuando carne y pescado. Hace cinco abriles la adolescente estalló, no podía más, y llena de enojo se lo confesó a su tía. Fue ella quién lo denunció a la policía, que su sobrina sufría humillaciones y restricciones alimentarias.
La adolescente confirmó las acusaciones en el querella
La adolescente testificó en el querella y confirmó todas las acusaciones, desde privaciones alimentarias hasta insultos. El abogado de la matriz pidió su absolución, convencido de no no había malos tratos y la adolescente exageraba. “La matriz siempre ha actuado sólo por el proporcionadamente de su hija y en nuestra opinión no hay ningún hábitat para impugnar los malos tratos”, defendía el abogado.
Pero el tribunal dio la razón a la adolescente y condenó a la matriz a un año y cuatro meses de prisión por malos tratos. Pidió una orden de alejamiento para la matriz y la echó del domicilio llano.
El peligro de las dietas sin supervisión médica
Este es un caso extremo donde por fortuna intervino la ley. Pero balbucir de dietas, restricciones alimentarias y acoso, especialmente para los adolescentes, es poco muy peligroso que puede derivar en trastornos nutricionales y alimentarios. Cualquier disfunción de la conducta alimentaria lleva, especialmente a las niñas, a preocuparse obsesivamente por el propio peso y tener una percepción distorsionada de la propia imagen.
Se estima que en Italia hay al menos tres millones de personas que padecen anorexia o apetito. Sólo en 2023 se registraron 1.680.456 nuevos casos. La número creció un 30% a posteriori de la pandemia, con un aumento del 48% en las hospitalizaciones en todo el mundo.
Y un nota dramático, en Italia el año pasado murieron más de 4.000 personas por problemas relacionados con los trastornos alimentarios.