Una lágrima en la hierba de Woodstock: adiós, Melanie


Melanie Anne Safka-Schekeryk, para la posteridad simplemente Melanie, falleció esta semana, pocos días antiguamente de que cumpliera, el próximo 3 de febrero, 77 primaveras. “Mamá pasó pacíficamente de este mundo al otro”, decía una publicación en su página de Facebook, firmada por sus tres hijos, Leilah, Jeordie y Beau Jarred. No se citaron ni la causa de la crimen ni el empleo.

“Era una de las mujeres más talentosas, fuertes y apasionadas de su época y cada palabra que escribió, cada canción, cada nota que cantaba lo reflejó. Nuestro mundo es mucho más vago, los colores de un Tennessee lúgubre y turbulento palidecen con su partida hoy, pero sabemos que ella todavía está aquí, sonriéndonos a todos nosotros, a todos vosotros, desde las estrellas”.

Prometiendo que muy pronto se anunciará un evento conmemorativo sabido en homenaje a su memoria, concluyeron diciendo: “Gracias a todos por vuestro apego, significó mucho para ella”.

Con toda sinceridad, recordando sus canciones, escuchando ahora mismo su voz y esa tenue guitarra que siempre la acompañaba, no puedo evitar que se me asome una cierta emoción a la estrechamiento. No fue nunca una rock star, ni llegó siquiera a ser una cómico que a nivel de ventas de discos de ni popularidad estuviera en los niveles de una Janis Joplin, una Joan Baez o una Tina Turner. En ese ámbito pudo estar en una situación paralela a una Joni Mitchell o una Carole King, o si buscamos referentes más cercanos, a una Sheryl Crow o una Meredith Brooks.

Pero fue una cantautora rockera y una compositora de extraordinaria sensibilidad que formó parte de todo lo que fue el gran cambio cultural y por ende musical de los primaveras 60 y de la que pocas veces se ha puesto en valencia un hito muy a tener cuenta. Fue una de las mujeres que participó en el Festival de Woodstock de 1969, – inmediato a Joan Baez, la única mujer que actuó como cómico en solitario, no como cantante de una costado – un momento sobresaliente como pocos en la música popular contemporánea, pero en el que esa mujer empoderada, autónoma, autoafirmada que hoy se abre camino y conquista día a día colectivamente territorios que parecían reservados en monopolio a los hombres, estaba muy allá de asistir siquiera a ser un ideal, una aspiración mínimamente realista en un mundo tan masculinizado como el del rock en 1969.

Una significativa curiosidad de las muchas que Melania vivió en aquellos legendarios días de agosto en la finca de Max Yasgur en Bethel. Empezó a venir poco antiguamente de que le tocara subir al escena, y más tarde diría que ver a la concurrencia entre la multitud encendiendo velas en la profusión la inspiró a escribir “Lay Down (Candles in the Rain)”, que grabó con los Edwin Hawkins Singers. Puyazo en 1970 en el interior del elepé del mismo título, se convirtió en su primer éxito, alcanzando el nº6 en el Billboard Hot 100.

En aquel verano de Woodstock’69 Melanie había conseguido el éxito internacional y llegó a sonar frecuentemente en la radiodifusión gracias a uno de los singles que se extrajeron de su segundo elepé de estudio homónimo. Ese sencillo, que por supuesto interpretó en el festival, era “Beautiful People”, una canción de la que muy poca concurrencia conoció en su día su significado vivo y que la gran mayoría del sabido pensó que, al conocerse a través de Woodstock, era una más de esas odas hippies a la hermandad, la amistad y el apego entre hermanos y hermanas tan característico de la época, pero que estaba muy allá de ser tal.

Más todavía, como correspondía todavía al espíritu contestatario de la época, “Beautiful People”, sin asistir a los extremos de mordacidad de Marilyn Manson en los primaveras 90, era una crítica casi más que al clasismo, a lo que hoy llamamos postureo o hipocresía de las sociedades anglosajonas, en las que cualquiera que consigue un relativo éxito en cualquier ámbito, se cree poco parecido a un aristócrata. “Familia guapa / vivís en el mismo mundo que yo / pero por alguna razón nunca me di cuenta / concurrencia guapa / compartimos la misma puerta de a espaldas / y no es correcto / concurrencia guapa / montáis en el mismo metropolitano / como yo cada mañana / eso debería deciros poco / tenemos mucho en popular / voy en la misma dirección que vosotros”, decía un fragmento de la carácter.

No obstante, su decano éxito a nivel de ventas tardó en asistir. Cuando ya poca concurrencia se acordaba de los días de paz y apego de Woodstock, en 1971 logró romper los ranckings gracias a una canción que sin bloqueo, la historia que la inspiró suponía un amargo y desagradable memoria para ella. La canción la que hablamos, “Brand New Key”, el gran clásico de Melanie, podría no tener sido concebido nunca de no ser por una parada improvisada en un McDonald’s tras salir de una consulta médica.

Vegetariana en ese momento, Melanie acababa de suceder por un ayuno de “inocencia espiritual” en el que no consumió nulo más que agua destilada durante varios días, según dijo en 2021 en una entrevista con el boletín The Tennessean en Nashville, donde vivía en ese momento. Estaba tan debilitada por el anhelo que llegó a tener alucinaciones y un doctor le recomendó que comiera carne para fortalecerse y reponer vitaminas y proteínas. 

Así que en contra de su intención, entró con su marido, Peter Schekeryk, en uno de los famosos restaurantes de comida basura. “Al punto que terminé el zaguero correa de hamburguesa y nos subimos a la ranchera” -le dijo al periódico- “escribí “Brand New Key”. Se me acababa de ocurrir. Llevaba conmigo una guitarra, y cuando mi marido, que era productor, me escuchó cantar, paró el motor y me dijo: “¿Qué es eso?” Y yo le respondí: “Oh, una canción tonta. Solo estoy jugando, a ver que sale”. “No, no, ¡haz esa parte otra vez!’ me dijo casi gritando. Lo hice y él exclamó: “Melanie, ¡acabas de parir un éxito!”. Su voz era ronca y tosca, en cierto sentido parecida a la de Bob Dylan o Rod Stewart y se dice que Bonnie Tyler la copió descaradamente. Cuando se la audición cantar en el elepé de 1970 citado, ‘Candles In The Rain’, otro de los temas que logró más repercusión, en “Look What They´ve Done With My Song, Ma”, parece la viva encarnado de Edith Piaf, tal vez en parte porque parte de la carácter está cantada en francés. Pero esa misma sensación de amargor y ternura, de descarnada seso con destellos de inocencia de niño que transmitía su voz, los ecos del Greenwich Village errante y dylaniano en los que se forjó como cómico, siempre fue positivamente conmovedora.

Melanie se ha ido. Se ha ido a ese mundo que todos querríamos creer que de alguna forma existe. Al menos, siempre nos queda la música y aquellas velas desafiando la profusión de Woodstock.

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