“Na actualidade non é fácil mobilizarse, pero non hai que ser derrot…



Hace 50 años se constituyó Santiago de Compostela o nació el Grupo Ornitológico de Galicia (GOG) que más tarde se denominaría Sociedad Gallega de Historia Natural (SGHN). Los fundadores, un grupo de estudiantes de Biología, compartían el interés por el patrimonio natural gallego, así como el convencimiento de que era necesario estudiarlo, darlo a conocer y, sobre todo, protegerlo. “Había mucho trabajo por hacer”, afirma Xan Silvar, uno de los dos impulsores de la entidad. Medio siglo después de su puesta en marcha, El SGHN tiene oficinas en toda Galicia, cientos de socios, una larga lista de actuaciones de custodia y protección de medios de comunicación, estudios y publicaciones e incluso un museo (o Museo de Historia Natural de Ferrol). O pasados ​​xoves, un centenar de socios ourensanos celebraron el 50 aniversario, una ocasión para recordar el pasado y mantener la ilusión no el futuro.

¿Qué te llevó a fundar GOG en 1973?

Realmente, visto así desde la distancia, no sabría qué es. Probablemente decatar da realidade na que vivimos. Coincidimos estudiando Biología en Santiago en unos años bastante complicados, aún vivía Franco. Era una facultad que se iniciaba, o se sumaba a la situación sociopolítica, más numerosas huelgas, huelgas y ocupaciones de facultades, nos llevaron a buscar la vida. E iso levounos para ayudarnos unos a otros, para empezar a hablar de aves, de medio ambiente. Desde el principio empezamos a reunirnos en cafeterías en los momentos que era difícil, de facto nos echaron de un bar porque el patrón tenía miedo de que nos afiliáramos a algún partido político clandestino. Todos teníamos esa convicción de que teníamos que organizarnos para intentar hacer algo. Presentamos los estatutos y, sorprendentemente, los aprobaron.

¿Qué recuerdas de ese primer año?

Queremos convencer a la antigua Caja de Ahorros Monte de Piedad para que nos den 25.000 pesetas para reservar un autobús e ir a Caurel a realizar una expedición iniciática. Daquela, para llegar a la tiña de Caurel o aquella, había que ir por un camino de terracería vía Quiroga, toda una aventura. Cuando llegamos, después de montar las tiendas, tuvimos que pasar por el cuartel de la Guardia Civil, aún era época de fuxids, así que nos tomaron como su filiación, como se llamaba, para ver qué quería aquella tropa santiagueña que iba a vagar por las montañas.

¿Qué iniciativas defendiste o agrupaste naqueles inicios?

Mucho. Desde pedir la protección de las Islas Cíes, posicionarnos en un montón de problemas medioambientales… Sobre Galicia planeaban una serie de proyectos que había que posicionar. Algunas culminaron, como la explotación termal de das Pontes, pero otras derivaron, como el superpuerto que se iba a instalar en la Ría de Arousa, y que se remató en Bilbao.

¿Hubo entonces alguna otra voz para la protección del territorio?

Allí estaban Domingo Quiroga, experto en pesca, y el profesor Bermejo. No eran cautivos como nosotros, tenían prestigio profesional, tenían algo que perder en ningún momento, no hablar no estaba permitido. Hablaron y montaron actos alertando a dos acantilados de ciertas cuestiones como las que se pusieron nombre, o como una central nuclear que querían poner en Xove que alimentaría algo que estaba arreglado, la productora de aluminio de San Cibrao (Alcoa). Me instalé aquí porque, en mi opinión, éramos tercermundistas, todo estaba aceptado. De facto, no había ninguna central nuclear, pero sí una central térmica, en Endesa nas Pontes. Ahora sería imposible, bajo la legislación actual, que Alcoa pudiera establecer la ocupación del territorio que estableció, pero sí dar una imagen de cómo estaba el país.

¿Faltó cemento?

Sí, claro. Lamentablemente no existía una estructura académica como la actual. Por tanto, nuestros estatutos reflejan esta necesidad de saber. Y la iniciativa deducida de los cautivos pensé que servía para algo, algo muy modesto seguramente, pero sentimos que nosotros que venimos detrás, otras pequeñas asociaciones, sin las acciones que fijamos, hubiera sido mucho mejor. Arreglémos atlas gallegos, censos de aves, documentemos el valor ambiental de las zonas de moitas, ese logotipo nos permitió justificar declaraciones de espacios protegidos.

¿Permanecer vivo o espíritu de 1973 en el SGHN actual?

Pensé que sí, intentar conservar en la medida de lo posible, un poco de loita del Quijote frente a los grandes muinos. Los estatutos siguen basándose en el mismo trípode: conocer, divulgar y defender. Dejamos claro que no íbamos a involucrarnos en un activismo que no se llamara ambientalismo, era ambientalismo, a menos que los pasos estuvieran mínimamente argumentados. A veces nos reprochan esa prudencia a la hora de apuntarnos o no a determinadas campañas, pero siempre preferimos que lo que se dice tenga el mayor apoyo posible no coñcemento da epoch. Intentamos hacer lo que es posible en el contexto actual, no lo que resulta difícil para la movilización personal, al menos hacer posible fundamentarlo sin un apoyo tangible. Está hecho no caer en el derrotismo, pero hay que intentar superarlo porque no ha tenido éxito, ha habido muchos fracasos, pero también pocos logros.

¿Hay alivio xeracional?

Es un tema complicado. Tengo 50 años y tengo 20, y ya he superado los 70. Cuando me jubilé volví a trabajar en la delegación de Ferrol, que participa implícitamente en la gestión del Museo… Es un reto conseguir gente Debido a las circunstancias sociolaborales y económicas del país, hay muchas personas que son nuevos y cualificados socios de la entidad, pero que residen fuera de Galicia. Eu desde logo Espero conseguirlo porque a mí también me gustaría retirarme de la primera línea, aunque sigo haciendo cosas. Falta gente nueva, hay frescura, fuerza y ​​capacidad de trabajo. Me gustaría hacer un llamado a las personas que viven y a las que no viven aquí. Si pudimos hacer algo en ese momento, ahora también podemos. No lo sé, me estoy delirando, pero delirar tiene la misma raíz que ilusión. Todas las asociaciones están caducadas, por lo que hay que excitar las nuevas para que no mueran.

Ante el cambio de administración, ¿hay más diálogo?

Hablamos de la administración autonómica, o el asunto es sangriento. No sólo parece que no les interesa mejorar, parece que les interesa torpedear, entorpecer, incluso iniciativas ridículamente sencillas de solucionar. Por ejemplo, existe una planta, la Camariña, que da nombre a Vila da Costa da Morte, cuya distribución mundial termina en Pantín, en Valdoviño. Haina se encuentra únicamente en Galicia, en la costa de Portugal y en la costa de Andalucía. En Andalucía y Portugal está protegido, aquí no. Fijamos una propuesta a la Xunta para incluir el catálogo, pero los representantes del Observatorio de Medio Ambiente votaron en contra. No hubo dificultad en declararla planta protegida, pero decidieron no hacerlo. Las administraciones locales lo encuentran todo, unas colaboran, otras no.

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