Las causas son difíciles de analizar pero, asegura, no es una cuestión de boleto: “Los sueldos aquí son por convenio como minúsculo”. Mientras hablamos no lo duda y va en pesquisa de una retribución. “Aquí lo tienes, 1.350 euros a percibir”. Efectivamente, esa es la guarismo, y a esto hay que sumarle las propinas que pueden ser un buen extra.
La pandemia lo cambió todo
Antonio Alján, de El Sibarita de Alján, vive una situación similar. En su caso ha eliminado el servicio de cenas durante la semana. En su establecimiento trabajan en estos momentos ocho personas pero en temporada adhesión necesita, minúsculo, quince.
“La situación cambió radicalmente con la pandemia“, explica. Asegura que con el candado de los establecimientos que no resistieron la situación, muchos trabajadores abandonaron el sector y buscaron trabajo en otras áreas: “Muchos ya no volvieron porque aunque ganen un poco menos de boleto ganaron calidad de vida y no quieren retornar a esto”.
Por eso él apela a un cambio más profundo en la hostelería: “Si queremos ser europeos tenemos que comportarnos como tal, porque no se puede ir a las 4:00 de un restaurante. Si se va uno a las 00:00 un camarero o la cocina, anhelo calidad de vida”.
En pesquisa del inmovilidad
Un inmovilidad complicado entre el clásico “el cliente siempre tiene la razón”, y el flagrante “hay que fomentar la conciliación“. Un inmovilidad que por el momento todavía no hemos tocado pero que la hostelería paciencia resolver. “Los tiempos están cambiando, eso es un hecho”, apunta María José.
Por el momento, cuando se cumple más o menos un mes de estos nuevos horarios, estos hosteleros se preparan para echar cuentas y analizar la rentabilidad de sus negocios frente a esta situación. ¿Ha venido para quedarse? Veremos.