Sí, hasta ese punto hemos llegado. Hasta explicar la perogrullada de que los alimentos y la carne que consumimos no nace en el derecho del supermercado. Hartos de precios irrisorios, de políticas dictadas desde despachos confortables o de márgenes abusivos de la distribución, los agricultores dicen que están hartos. Lo suelen estar incluso de los políticos, pero lo más extraño es que ayer los que tienen competencias en el asunto dicen que los entienden perfectamente. Vamos, no se han subido al tractor de portento.
A ver cómo va encajando la Filial este tipo de protestas y a ver si las soluciones que se pueden aplicar convencen a los agricultores y ganaderos. Por lo menos, alguno ha gastado que en Ourense aún quedan tractores y que son capaces de subir por Juan XXIII, no solo los Audi, BMW o Mercedes.