Los independentistas catalanes y vascos, otra vez decisivos para que Sánchez pueda revalidar su mandato


Cuando Pedro Sánchez Apeló incansablemente a “la remontada” en la campaña electoral del pasado mes de julio -en el momento en que las encuestas pintaban peor su futuro como gobernante-, estaba claro que sólo podía seguir en La Moncloa como hasta ahora, con el apoyo de los vascos y catalanes. fuerzas nacionalistas e independentistas.

Ahora los necesita más que nunca, y eso pasa por seguir dando préstamos, como ya le han dejado claro estas formaciones. En principio, la amnistía, pero sin renunciar al referéndum, las dos cosas que aseguró en campaña el líder del PSOE que no encajaban en la Constitución.

ERC y Juntos

El independentismo catalán amenaza con bloquear si no se propone el referéndum

La posición de los partidos independentistas catalanes pivota entre la facción partidaria de que peor, mejor, leída en Cataluña como una repetición electoral y un posible gobierno de coalición PP-Vox, y los partidarios de facilitar la investidura de Sánchez. En este escenario, el comportamiento de ERC y Juntos está muy condicionado por el efecto que tendría uno u otro escenario en el panorama electoral catalán, es decir, qué beneficia más a uno u otro de cara a las próximas elecciones autonómicas, a principios de 2025, si no hay elecciones avance.

A priori, se da por hecho que ERC debería facilitar la investidura del candidato del PSOE. De hecho, siempre han afirmado que sus votos en el Congreso nunca servirían para facilitar un ejecutivo de derechas, menos aún si es con la ayuda de Vox. La diferencia respecto a la pasada legislatura es ahora la entrada de Junts. Sus siete diputados -el mismo número que ERC tras el desplome de los republicanos en las últimas elecciones generales- son decisivos, y el partido liderado por Carlos Puigdemont Piensa en hacer que valga la pena.

La diferencia con ERC, y por eso buscarán cobrar un precio mucho más alto, es que la amenaza de Junts de bloquear la investidura y promover la repetición electoral es un escenario factible. Por eso ERC, en competencia con sus antiguos socios por endurecer al PSOE, ya ha deslizado que la prioridad ahora es la aprobación de una ley de amnistía, pero que hay que “plantear la autodeterminación”, como ha apuntado este domingo. oriol junqueras en ‘La Vanguardia’. Sin embargo, se da por sentado que un referéndum pactado en el que se pueda votar la independencia es una línea roja que el PSOE no quiere ni puede cruzar. Ajuste difícil.

La gran incógnita es, por tanto, la posición de Junts. De momento, el “marco” de la negociación, en palabras de Puigdemont, se conocerá este martes tras la conferencia que el expresident dará en Bruselas. Tras seis años fuera de Cataluña, Puigdemont quiso dejar claro que su situación personal no es relevante, y que de lo que se trata es de buscar una salida política al “conflicto”.

En Junts las posiciones están divididas. De un lado, los pragmáticos que quieren recuperar influencia política –los nostálgicos del Majestic y de la estrategia del PNV, por así decirlo–, del otro, los partidarios de la embestida, los que hacen real la amenaza de una repetición electoral si ésta no es cumplir con sus máximas exigencias. La diferencia con la última legislatura es que estas últimas pueden acabar imponiéndose.

nacionalistas vascos

Del difícil equilibrio institucional del PNV al apoyo consolidado de Bildu a Sánchez

La contienda de los partidos del nacionalismo y del independentismo vasco, el PNV y Bildu, que suman once escaños en el Congreso, vuelve a ser imprescindible para que Pedro Sánchez siga en La Moncloa. Pero las cosas han cambiado mucho desde enero de 2020, cuando el secretario general del PSOE logró su primera investidura por la mínima con el sí de los seis diputados peneuvistas y la abstención clave de los cinco diputados del antiguo brazo político de ETA.

Ahora esos números han cambiado, es Bildu quien tiene seis escaños y el PNV se ha quedado en cinco, pero, sobre todo, los de Arnaldo Otegitras haber apoyado todos los Presupuestos Generales del Estado de los últimos años y leyes tan emblemáticas como la de vivienda o la de memoria democrática, se han convertido en un aliado consolidado de la izquierda en el poder.

El PNV, por su parte, se enfrenta a una situación de descenso electoral y la legislatura no acabó bien con el PSOE, como prueba sin ir más lejos que su rotundo rechazo a esta normativa de vivienda. La formación que conduce Andoni Ortúzar vive en un difícil equilibrio electoral, institucional y político. El primero se debe a su mencionada y evidente pérdida de apoyos, algo inquietante en el inicio de un curso político en el que habrá elecciones al Parlamento de Vitoria en 2024.

La segunda, porque su poder territorial está totalmente ligado al PSOE, tanto en Ajuria Enea, donde Iñigo Urkullu Gobierna en coalición con los socialistas vascos, como en las tres capitales de provincia y las tres consejerías en las que logró mantenerse presente tras las elecciones del 28 de mayo. Cierto es que también con la inestimable colaboración del PP, por ejemplo, en la Ciudad de Vitória. Y el tercero, porque los peneuvistas siempre han sabido pivotar entre apoyar a gobiernos de izquierda o de derecha en Madrid, pero su declarada incompatibilidad con Vox les hace ahora cerrar la puerta a Alberto Núñez Feijóo, el candidato actualmente designado por el Rey. Y eso abarata su apoyo al PSOE, al que parece encaminado, lejos de los momentos en los que podía cambiar de bando, como cuando en 2018 pasó de apoyar los Presupuestos de Rajoy a apoyar la moción de censura de Sánchez.

Muy diferente es la situación de Bildu, el único partido que el PP ha excluido expresamente de su ronda de contactos, dado que se trata de una formación que vive un momento dulce con las encuestas, fruto en gran medida de haber absorbido gran parte del voto que en su día fue para Podemos en el País Vasco. La coalición abertzale capta ese voto alardeando de haber arrebatado mejoras sociales a Sánchez y para la clase trabajadora más allá de sus postulados claramente separatistas, a los que no renuncian.

Precisamente la fortaleza de Bildu es uno de los motivos de la propuesta con la que ha llegado Urkullu esta semana, pidiendo una “convención constitucional” que redefina el modelo territorial alumbrado en la Transición, privilegiando a comunidades consideradas históricas por encima del resto.

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