El cuartel que se derribó en 1906 y abrió espacio para levantar la Plaza de España


Aunque quienes leen esto se han pasado toda la vida viendo la Plaza de España, lo cierto es que no estuvo allí hasta 1911. De hecho, antes lo que había en la zona era la Plaza de San Marcial, el Cuartel de San Gil y la pradera de Leganitos. No fue hasta el derribo de este cuartel, en los primeros años del siglo XX, que se abrió el espacio que permitió configurar la que hoy es una de las plazas más emblemáticas de la capital de España.

Nada es lo que parece en esta historia. Ni el Cuartel fue, en principio, una instalación militar, ni existió la plaza, sino que se convirtió en una zona de huertas que se regaban con las aguas del arroyo Leganitos, que corría fresco por estas afueras de la capital. . Al parecer fue idea de Carlos III adquirir, para los frailes el antiguo convento de San Gil -que entonces estaban al lado del Palacio Real-, solar cercano a la Plaza de San Marcial. Fue diseñado como convento por Manuel Martín Rodríguez, sobrino de Ventura Rodríguez, con la intención de albergar allí a los monjes.

Pero esa obra nunca prosperó, y de hecho, fue otro arquitecto, Francesco Sabatini, quien finalmente construyó un cuartel en el lugar. Cuando aún no estaba terminado, en 1808, José Bonaparte instaló allí la guardia de corps, y posteriormente se le añadieron las caballerías y se convirtió también en cuartel de artillería.

Por cierto, el Cuartel San Gil también tuvo un papel protagónico en las trágicas jornadas del 2 y 3 de mayo de 1808, ya que fue uno de los lugares donde los franceses llevaron a los detenidos, que se contaban por centenares: la crónica en blanco y negro Relató cómo “detenían a los transeúntes, cualquiera que fuera su edad, rango o condición, y el descubrimiento de cualquier objeto punzante en sus ropas condenaba” a quien los llevaba a “esos almacenes de la muerte”. Algo que les pasó, citan, a “Ángel Ribacoba, cirujano y facultativo”, a “Baltasar Ruiz y Claudio de la Morena, arrieros, por portar agujas de talabartería apuntadas a las monteras”, y a otros por portar una lima, una navaja o incluso una llave para cortar suelas a un zapatero.

Obras de demolición del Cuartel San Gil en 1905

ARCHIVO torrevieja news today

El edificio tenía una planta imponente: rectangular, dispuesto alrededor de tres patios -uno central, de fondo cóncavo-, y de tres pisos de altura, con 33 vanos cada uno. Sus fachadas eran de granito. Entre sus muros se fraguó en su día una revuelta de sargentos contra la monarquía de Isabel II, la ‘sargento’, que fracasó pero que supuso un precedente de la ‘Gloriosa’ que expulsó a la reina de España en 1868.

Los proyectos de derribo del cuartel se sucedieron: el primero tuvo lugar durante el Sexenio Democrático (1868-1874), y fue impulsado por el concejal Fernández de los Ríos, con el fin de mejorar el urbanismo de la ciudad abriendo espacios eso esponjaría el centro. Derribar el cuartel de San Gil permitiría, defendió, ampliar la plaza de San Marcial. No se hizo, pero la idea flotó y acabó madurando. Algo a lo que también ayudó el deterioro que iba acumulando el inmueble.

En torno al cuartel fue creciendo lo que luego sería el barrio de Argüelles. Y por otro lado ya había un proyecto para abrir la Gran Vía. Así, a finales del siglo XIX el Ministerio de la Guerra comenzó a dictar reglamentos para la demolición del Cuartel San Gil. De hecho, en 1896 se autorizó su demolición y la venta del lote resultante; Con los fondos así obtenidos se proyectó construir nuevos cuarteles.

Pero el plan no se concretó hasta varios años después: se decretó el derribo en 1903, y se inició en 1906. Duró cuatro años, y cuando acabó, el Ayuntamiento de Madrid ya había puesto sus ojos en el enorme espacio que había inaugurado y sobre su utilidad futura: construir una plaza emblemática que sirviera de subasta de lujo para la Gran Vía. Una idea que maduró mucho tiempo en las oficinas, antes de llevarse a cabo.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *