El último ciber de Ourense aún resiste


La telefonía presente y los nuevos avances tecnológicos han normalizado que inquirir información en internet o tomar transporte instantánea esté al efecto de nuestra mano y en cualquier momento. Sin secuestro, no hace muchos primaveras que, simplemente, el llegada a un ordenador o a internet era un privilegio. La novedad y entretenimiento de lo que podía ofrecer internet a finales de los primaveras noventa y principios de siglo abrió un mercado de negocio muy poderoso: los cibers. Estos eran locales donde, sobre todo, grupos de jóvenes se juntaban para chatear con parentela, arriesgar a videojuegos, o inquirir información para trabajos y realizar documentos. La nostalgia claridad a la puerta de muchos al rememorar el Chat de Terra, Messenger, los principios de Youtube, Fotolog o asimismo el inicio del buscador de Google (que cumplió en 2023 los 25 primaveras). Toda una trayectoria de memorias y pasos cerca de la digitalización que hoy tenemos y que, desgraciadamente, provocó la acabamiento de estos locales. Excepto para uno en Ourense.

Carlos Teijeiro y Laura Pérez Silva son la resistor, pero con algunos matices: “Nos hemos tenido que reinventar un poco. Tenemos clientes que hacen uso de los ordenadores, pero ganamos mucho más con el servicio de reparación que ofrecemos”, reconocen.

Emprendedores jóvenes

El número 17A de la Rúa San Rosendo goza de una historia de plan inexperto. En el año 2003 esta pareja vio un hornacina de mercado “potente” y se lanzaron a ofrecer los servicios que más se demandaban en la época: el llegada a internet. “Tenía 23 primaveras cuando decidimos situar por este negocio conexo con mi socia Laura, mi novia de entonces y mi presente esposa, y fue evolucionando hasta lo que es ahora”, explica Teijeiro.

El letrero del local, con diseño y tipografía de 2003.
El cartel del locorregional, con diseño y tipografía de 2003.

El emprendedor cuenta que comenzar en aquella época con el concepto del ciber fue una inversión para afirmar la inversión que habían realizado en su momento del establecimiento. “Lo que movía peculio en esa época era hacer un ciber. Eso implicaba más rentabilidad y menos inversión. Una vez que tienes clientela ya puedes redireccionar el negocio cerca de donde quieras”, explica.

Ahora su principal fuente de ingresos es la reparación de equipos tecnológicos, impresión y contratos de telefonía. “Gracias a esto podemos seguir manteniendo el ciber, si no ya estaría cerrado desde hace mucho tiempo”, confiesa el dueño del locorregional. En la presente, los usuarios pueden conectarse a internet desde un móvil, pero no arreglar los dispositivos tecnológicos. “Todo el mundo necesita de alguno de confianza que pueda ofrecerle este servicio y podemos aseverar que no suelen proporcionarlo otro tipo de tiendas”, relata.

La atención personalizada, especialización y reinvención del negocio provocan la subsistencia de este nuevo concepto de ciber que hace las delicias del distrito y de los negocios particulares.

El poder de un distrito

“Nunca hice publicidad de mi establecimiento”, declara Carlos Teijeiro. El poder de la fidelización de clientes del distrito y “el boca a boca” hacen el mejor marketing para este negocio. “Si tratas perfectamente a los clientes, estos van a contestar siempre perfectamente”, concluye. Los usuarios habituales, desde los más jóvenes a jubilados, pretenden “resolver cuestiones de papeleo desde internet, imprimir documentos o realizar consultas con la delegación”. Por el contrario, chatear, alcanzar a las diferentes redes sociales o arriesgar a videojuegos son actividades prácticamente extintas en este tipo de establecimientos, indica.

Ejemplo de supervivencia

A pesar del contexto socioeconómico presente donde la inflación y las dificultades para prolongar a flote muchos negocios está a la orden del día, este ciber es toda una excepción. Esta pareja de empresarios asegura que supo ver la oportunidad en el momento adecuado y, luego, adaptarlo a las evacuación actuales.  “Es un negocio consolidado”, explica el emprendedor. La fidelización de los clientes del distrito que hoy en día responden positivamente a las propuestas del locorregional es un ejemplo de que la nostalgia vende y que “reinventarse o expirar” en el mundo empresarial puede ser básico para negocios veteranos.

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