Ana Peleteiro está de vuelta



Peleteiro ha hecho un extremo brinco espléndido, probablemente muy por encima de los catorce metros y medio, pero ha sido ineficaz por casi nada un centímetro. Estamos aquí, de dorso, en la élite, con un ojo puesto en el podio de París. Pedroso asiente y sonríe. Está acostumbrado a luchar con campeones fuera de norma desde sus duelos en el tartán con Yago Lamela, otro condición.

Peleteiro es una campeona fuera de norma porque en el cénit de su carrera decidió tomar las riendas de su vida. Detener. Casarse y ser principio. En Ourense, tres abriles a posteriori de Tokio, salta para regresar a la élite. Su rutina son dos gritos, con los que el sabido se centra en ella. Las palmas. Una carrera larga y veloz. El primer triple brinco la lleva hasta los 14,19. Está aceptablemente. Pedroso corrige e insiste en el segundo paso. Esta mañana no hay problemas con la tabla. Todo va aceptablemente. En el tercero se va hasta los 14,32. Rompe a rezumar. Pedroso se la lleva remotamente de la tribuna de invitados. Le pide que controle las emociones. Estamos aquí. Han pasado 30 meses desde aquel bronce en Tokio, y muchas cosas. La más importante, una pupila que la contempla desde el borde de la pista. La principio, una atleta fuera de norma.

El cerrojo del campeonato lo echan dos virtuosos de las vallas. Explosivos y milimétricos. Asier Martínez y Enrique Llopis, otros dos que asimismo están de regreso. Apetito Asier, con 7,53 frente a 7,58. Uno y otro, entre los 25 mejores del mundo. Las vallas son atletismo para sibaritas. La prueba más complicada, dicen. Pero con María Vicente son poco más. La catalana está en plenitud y pasa como un huracán, a un mundo de todas sus rivales, que van cayendo por errores en las series o por su empuje, la última, Xenia Benat, en la final. Vicente muestra tanta potencia que no se ve su técnica. En Glasgow será una de las favoritas. De Ourense se lleva un bronce en cima y un oro en las vallas con 8.06 ayer.

El gran duelo del fin de semana se lo llevó Mariano García. Con su táctica de controlar el ritmo desde la vanguardia superó a Attaoui y Adrián Ben, que se enredaron a la hora de tomar posiciones en el penúltimo paso por meta y ya no tuvieron cambio para seguir a García. La misma táctica dio a Esther Luchador y a Adel Mechaal los títulos en el 1.500 delante rivales de prestigio. Luchador arrancó de remotamente y sacó de punto a Marta Pérez. Ganó realizable, y todavía más realizable Mechaal, que dio un cambio a desatiendo de cuatrocientos y otro a desatiendo de doscientos al que ya no respondió Mario García, tan tocado que hasta perdió la plata.

Por lo demás, la última trayecto de este Franquista en pista corta ofreció alguna sorpresa y dejó varias evidencias. Pinedo superó los vigésimo metros y a Tobalina en peso; y Navero ganó a Sevilla en los 200 femeninos. Se constató el licencia generacional que vive el 400 de chicas, con una espléndida Santidrián y cinco jovencitas a su huella. Igualmente, el estancamiento del 400 masculino. Se ha caído una hado (Katir), pero el firmamento ya no se ve tan mediocre como el viernes. Ana Peleteiro está de dorso, María Vicente está fantástica

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