Los problemas del sueño (III)



5 diferencias entre terrores nocturnos y pesadillas

A diferencia de lo que sucede en las pesadillas, no suele despertarse fácilmente a pesar de los esfuerzos de otras personas que tratan de sacarlo del trance desagradable. Si finalmente se consigue, el escuincle se muestra confuso, desorientado durante unos minutos y con una cierta sensación de temor, pero no tan procesado como en el caso de las pesadillas. No hay rememoración del sueño y si no se ha despertado totalmente vuelve a tumbarse inmediatamente sin rememoración de lo sucedido al día sucesivo.

1. Una de las diferencias más importantes entre terrores nocturnos y pesadillas es que los primeros son mucho más espectaculares y más angustiosos. Los gritos y los movimientos del escuincle que experimenta un episodio de terrores nocturnos causa mucha más intranquilidad a los padres que una de esas pesadillas de las que estamos acostumbrados a consolar. No obstante, hay que advertir que a pesar de esta espectacularidad los terrores nocturnos no son un señal de un trastorno o problema médico subyacente.

2. Un escuincle puede tener un episodio de terrores nocturnos y no retornar a presentarlo más o en cambio seguir teniendo varios hasta que acaben desapareciendo paulatinamente. Las pesadillas pueden aparecer en cualquier momento de nuestras vidas.

3. Reconoceremos que el escuincle sufre de terrores nocturnos y no una pesadilla porque los terrores nocturnos aparecen transcurridas pocas horas tras dormirse y en el momento de transición entre la grado REM a la no REM, fases del sueño en las que no entraremos en este artículo, pero para hacerlo entendible digamos que suelen aparecer entre antaño de las 2 de la alba.

4. El escuincle que sufre terrores nocturnos se agita bruscamente, se sienta en la cama, grita, parece aterrorizado, desorientado, y no reconoce a las personas que le rodean. Tiene taquicardias, está empapado en sudor y las pupilas dilatadas. Puede parecer una pesadilla, pero no, porque el escuincle no se calma ni se despierta cuando acudimos a su costado.

5. A diferencia de las pesadillas, el escuincle que sufre un episodio de terrores nocturnos es difícil despertar o calmar y en caso de hacerlo no es capaz de explicarnos qué es lo que le pasa correcto a su confusión. No recuerda ausencia de lo soñado porque los terrores nocturnos no son exactamente un sueño sino una experiencia de miedo intenso que se produce en la transición de una grado de sueño a otra.

Una vez superada la crisis el escuincle se vuelve a tumbarse tranquilamente, sin miedo y sin memorar ausencia de lo sucedido. Los padres somos los que quedamos sobrecogidos delante lo acontecido, que puede ocurrir durado entre 1 y 20 minutos.

¿Cómo efectuar delante estos episodios?

Si nuestro hijo sufre de pesadillas o terrores nocturnos, lo mejor es efectuar de un modo tranquilo, intentando homogeneizar la situación. Si los niños ven a sus padres alarmados o preocupados su ansiedad será veterano.

Igualmente hay que evitar la luz intensa ya que esto podría aguantar a que el escuincle desarrolle una fobia a la oscuridad, al asociarla con el miedo. No es buena idea departir en detalle con el escuincle sobre lo que ha pasado porque podría activarse más y esto dificultaría que se durmiera de nuevo.

Es recomendable permanecer con el escuincle hasta que se haya calmado lo suficiente y pueda dormirse de nuevo, pero debe permanecer en su habitación y tumbarse en su propia cama. Si los padres transmiten a su hijo que cada vez que tenga un episodio podrá tumbarse con ellos estarán reforzando el trastorno del sueño y fomentando hábitos inadecuados.

Tratamiento de los terrores nocturnos

Los terrores nocturnos causan cierto pánico en los padres, más que en el propio escuincle, que como hemos gastado normalmente no recordará el episodio. Los padres deben mantenerse tranquilos y no intentar despertar a su hijo durante el episodio de terror. Es conveniente custodiar que el escuincle no se caiga de la cama o sufra cualquier daño físico durante el episodio, ya que se encuentra profundamente dormido y no es consciente de lo que pasa a su en torno a.

Normalmente estos trastornos del sueño desaparecen con el tiempo y no suelen precisar tratamiento psicológico, aparte en aquellos casos que por su frecuencia o intensidad constituyan un problema para el escuincle. El tratamiento farmacológico no es recomendable en los niños.

Una técnica psicológica efectiva en parasomnias como los terrores nocturnos y el sonambulismo es la técnica de los despertares programados, que consiste en despertar al escuincle antaño de la hora en la que asiduamente se manifiesta el trastorno. Esto se realiza para acortar el ciclo del sueño y con ello organizar la aparición del episodio.

Tratamiento de las pesadillas

Los padres deben intentar tranquilizar a los niños tras las pesadillas y procurar que vuelvan a dormirse, tratando de no mostrarse excesivamente preocupados o ansiosos. Si procede, es importante fomentar una correcta higiene del sueño, es opinar, pautas regulares de sueño que ayuden al escuincle a enterarse que se acerca el momento de tumbarse.

Igualmente puede ser conveniente evitar cenas copiosas y programas o películas violentas o de terror que estimulen la imaginación del escuincle, así como modificar cualquier traje o estímulo inadecuado que pueda perturbar su refrigerio. En algunos casos graves y frecuentes de pesadillas, cuando existen desde hace mucho tiempo o adecuadamente ocurren muy a menudo, son muy intensas y provocan un malestar importante, puede ser conveniente asistir a un psicólogo.

Controlar los terrores nocturnos

Es importante establecer claramente el diagnosis diferencial con las pesadillas comentadas anteriormente ya que se manejo de trastornos diferentes pero que se expresan en el mismo ámbito: el sueño. Los terrores nocturnos normalmente desaparecen con el tiempo y no suelen precisar tratamiento farmacológico, aparte en aquellos casos que por su frecuencia o intensidad constituyan un problema para el escuincle y así lo estime un profesional de la sanidad. Para estos casos el pediatra o médico puede prescribir fármacos de la tribu de las benzodiacepinas de conocido impacto ansiolítico.

En los casos leves, que son la mayoría, los padres deben adoptar una aspecto tranquila y de conocimiento del trastorno. Durante los episodios simplemente tienen que custodiar que el escuincle no se caiga de la cama o sufra cualquier daño físico derivado de su incorporación de la cama y su estado (recordemos que el escuincle no está despierto).

Tanto en los terrores nocturnos como en las pesadillas es necesario valorar la conducta del escuincle durante la insomnio. Considerar si existen problemas en la escuela u otro ámbito que puedan estar influyendo en el mismo. De confirmarse la existencia de dichos factores externos, debería actuarse sobre ellos a fin de solucionar el problema.

Pueden asimismo ser necesarias la aplicación de técnicas que enseñen al escuincle a afrontar los sueños que le provocan ansiedad. Se puede entrenar la laxitud o hacer que el sueño pierda su carácter amenazador. Hay niños que desarrollan la capacidad de desconectar o finalizar el sueño cuando éste pasa a ser amenazador (son conscientes de que estan soñando pese a estar dormidos).

Otra técnica muy efectiva consiste en despertar al escuincle antaño de la hora en la que asiduamente aparecen los episodios (en la primera porción de la perplejidad). Esto requerirá la observación previa durante varios días para poder establecer el momento más o menos en que se produce. Con esta obra se corta el ciclo del sueño y, por consiguiente, la aparición del episodio.

Las pesadillas son episodios de sueño que provocan ansiedad y pueden despertar al escuincle, suelen memorar el contenido del sueño.

En los terrores nocturnos pueden vocear, tener taquicardias, sudoración, respiración rápida, gestos bruscos y no recuerdan lo sucedido.

Se produce una modificación del sistema nervioso central, suele desencadenarse por ciertos niveles de estrés, tensión emocional, errata de sueño, cansancio excesivo, fiebre…

El episodio puede durar hasta 45 minutos y no suelen memorar el episodio a la mañana sucesivo.

¿Qué podemos hacer?

1. No intentar despertarlo, estar tranquilos y si le ayuda, abrazarlo. Evitar gritarle o sacudirle.

2. Cerciorarse de que no se haga daño. Durante un terror noctámbulo, puede golpearse o hacerse daño sin querer.

3. Intentar organizar los terrores nocturnos. Establecer una buena rutina del sueño. Pueden desencadenarse si está cansado en extremo. Cerciorarse de que vaya a la cama siempre a la misma hora y lo suficientemente temprano como para que duerma lo suficiente.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *