Desde entonces han pasado ocho décadas, dos hijos, cuatro nietos y cinco biznietos. “Hemos sido muy felices”, coinciden. “Nos hacemos mucha equivocación, pero no te creas, que todavía nos enfadamos, pero se nos pasa rápido con un cariñito“.
Su sexo, dicen, es como el de ayer. Él tuvo que pedir la mano a la tribu de su futura esposa cuando propuso connubio. Y cuando la tuvo se casaron. “Ahora las cosas han cambiado mucho. Los jóvenes se enamoran , pero muchas veces es de mentirijilla“, bromea él. Reconocen que son veteranos en el sexo, pero que no todo ha sido un camino de rosas.
El truco, enumera Petronilo, es tener buen corazón, respetarse y no dejar de quererse ni pensar en tonterías. Socorro audición atenta y asiente. “Todas las mañanas empezamos el día con un beso y lo terminamos con otro“, explican mientras él acaricia el rostro de su esposa. Se miran, y de sus fanales cansados siguen saltando chispas.
No conciben una vida en abandono del otro. Luego de más de ochenta abriles de relación no eluden balbucir del futuro. Aquí él es contundente. “A Todopoderoso no le pido más que, cuando decida que es el momento, nos vayamos los dos juntos. El mismo día, y a la misma hora. Qué nadie de los dos tenga que esperar al otro. Ella añade. “Eso va a ser difícil, pero será lo que Todopoderoso quiera”.
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