El origen de esta venezolana se encuentra en San Juan de los Morros, la caudal del Estado Guárico “donde están nuestras reses, nuestros llaneros”, aclara. Comenta Zuraima que en los últimos vigésimo abriles se ha multiplicado la inseguridad, la dificultad para conseguir un buen empleo, y que a diferencia de Caracas, esta zona sufre las consecuencias de la centralización. “La engería eléctrica es precaria, el suministro de agua es de víctima calidad, no hay servicio de internet…”, explica a modo de ejemplo para concluir “es muy difícil comportarse en una neodictadura”.
Ideario en el poso del té
No se palabra más de los trágicos tiempos pasados. Si algún regalo queda del otro costado del océano, durante el ritual del te se olvida, queda por descubrir si se debe a algún brevaje de los que preparan, o al entusiasmo de conversar de un tesina que le apasiona. Zuraima es ateo, “yo sueño con los modales”, confiesa, a la par que reconoce que se deja soportar por un atribuido afán de reeducar a la clientela en los saludos y las buenas maneras. “Buenos días, digo siempre”, y explica cómo a fuerza de sonrisas víctima las revoluciones del que viene a toda pastilla exigiendo el café. Presume eso sí de variedad de clientes. Desde un impulsivo autista que viene todos los jueves que da nombre a los gofres, “Mati, se fogosidad, es una oración cuando entra”, hasta otro infante “de noventa abriles que es un pan de dios aunque al principio nos parecía un cascarrabias”.
De su nueva ciudadanía
Durante cuarenta minutos de conversación Zuraima Martínez transmite optimismo a raudales. Destaca el trabajo de floricultura “espectacular” por temporadas de la ciudad. “Ourense es un huerta ilustre”, ensalza. Deje de un te de burbujas que sirven y que es originario de Singapur, “cuando las tomas explotan en la boca y tienes una combinación de sabores al paladar exquisita”, maravilla. Y conversa sobre la tribu que forman los que trabajan allí. “ Entre todos formamos un gran equipo ¿verdad orondo?”, se reafirma con un empleado que la acompaña. “Para nosotros es un modo de vida, existe la colaboración y el respeto”, manifiesta.
Zuraima es solícita en respuestas, y no hay oscuridad en ella, aunque fogosidad la atención su preocupación por la lozanía. Fue uno de los principales motivos por los que abandonaron Venezuela, y es lo que pediría al ingenio de la mancha si se le apareciese. “El vicio de fumar está muy arraigado aquí”, comenta. Se notan en estas declaraciones las horas de hostelería viendo el trasiego que provocan humos y colillas, que rompen un atavío armonioso y zen. Pero en serie con su espíritu no beligerante añade que aboga por la voluntad de las personas, aunque “la clan se compre el cáncer desde muy jóvenes”.
“Estamos en un emplazamiento indiferente pero poco a poco lo podemos hacer nuestro”, comenta Zuraima acerca de Ourense, una ciudad que considera agradable y que escasamente está conociendo conveniente al tiempo dedicado a lo gremial. “Sabe de la matanza, las filloas, los chorizos y cómo queda eso”, se disculpa aludiendo a los conocimientos de su hermana. Al igual que sucedía en ‘Friends’, aquella exitosa sitcom chaqueta en la que un reunión de amigos se reunía constantemente en un café e incorporaba al poco agraciado encargado en pequeñas subtramas, Zuraima adoptaría el papel de ese camarero, discordante eso sí en pelo, belleza y sonrisas, pero siempre dispuesta a entablar conversación, y si la dejan, amistad, con aquellos que se sientan en las mesas de la tetería.