El nombre de este ingenioso invento es ‘Reggaeton Be Gone’, cuya traducción es poco así como “que se vaya el reggaetón”. Según Bandini, este mecanismo está inspirado en TV-B-Gone, creado hace unos abriles para apagar televisores a distancia. “Mi propuesta se pira Reggaeton Be Gone y tiene como fin, con suerte apagar y aunque sea agobiar al reggaetón que suena en parlantes Bluetooth cercanos”, dice su creador entre risas.
Bandini, de 49 abriles, ha compartido en redes sociales con todos sus seguidores el proceso de cómo hizo este ingenio.
“Descargué primero temas representativos, los convertí a chimpancé, bajé la resolución a 16khz, lo subí a la plataforma… si la inferencia supera un nivel de gratitud, por ejemplo un 75% de certeza… la máquina envía múltiples peticiones y paquetes al parlante del cual tengo la dirección Mac con el fin de desconectarlo o al menos de interferir el audio”.
Los detractares del reggaetón no han tardado en celebrar esta flamante invención. “Y así un solo hombre le mejoró la calidad de vida a media Latinoamérica”, “Merece el Nobel de la Paz”, “Dicen que no hay tecnología buena ni mala, pero esta es innegablemente buena”, son algunas de las ingeniosas alabanzas de sus seguidores a este ingenio totalmente anti-reggaetón.
Sin retención, Bandini ha aclarado que él no tiene falta contra el artículos, simplemente no quiere que su vecino lo moleste. Es más, el argentino delante la posibilidad de que su invento sea ilegal por interferir dispositivos ajenos, defiende que “escuchar reggaetón todos los días a las 9 de la mañana” todavía “debería ser ilegal.”
No es el primer invento de este emprendedor tecnológico que ya ha creado otras máquinas con originales y variopintas funcionalidades. Estudió programación y, encima de hacer modelado 3D y trabajos con IA, imparte conferencias e incluso le queda tiempo para tocar en una cuadrilla de música.
Pero, lo más importante: ¿llegó a funcionar finalmente el invento? “Tabique de por medio, el dispositivo no llegó a desconectar su parlante, pero generó suficientes interferencias al punto en que el vecino cambió la ubicación”. Aun así, su inventor no tira la toalla: “Definitivamente no es un éxito, pero siquiera una derrota”, admite Bandini.
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