es medieval y tiene un castillo de cuento


Cuando el rey Carlos III de Navarra, apodado el Elevado, concluyó las obras de reconstrucción de la Catedral de Pamplona, ordenó ampliar un remoto castillo del siglo XIII emplazado en Olite, una pequeña villa de su reino que por entonces vivía sus abriles de esplendor. El resultado de la obra debía estar a la prestigio de las grandes cortes europeas, con amplios salones y jardines que le darían a aquella fortaleza un carácter más acertadamente cortesano: nacía así el Palacio Positivo de Olite, una de las sedes predilectas del monarca, y sitio donde fallecería un 8 de septiembre de 1425.

Aquella Europa marcada por las consecuencias de la Peste y de la Supresión de los Cien Abriles se volvería irreconocible con los siglos, pero la villa de Olite es hoy una ventana abierta con destino a ese tiempo. Un diminuto pueblo, de no más de 5.000 habitantes, que alberga una de las fortalezas más impresionantes de nuestra geogonia. Un palacio con forma de castillo que ocupa un tercio del casco antiguo de su municipio, considerado uno de los más bonitos de España por el prestigioso medio ‘National Geographic’.


Perspectiva aérea del Palacio Positivo de Olite


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¿Qué ver en Olite?

Emplazado a medio de camino entre Pamplona y Tudela, a cuatro kilómetros de Tafalla, Olite se presenta a primera pinta como un pueblo de calles empedradas, nobles caserones, galerías medievales y espléndidas iglesias. Su castillo es, por supuesto, su máxima afección turística y el motivo por el que este pequeño pueblo es el segundo destino turístico de Navarra, sólo superado por Pamplona.


Interior del Palacio Positivo de Olite


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El castillo está inspirado en el estilo ojival francés, aunque perviven restos de yeserías y estucados de inspiración mudéjar; obra, al parecer, de artesanos moriscos de la ribera de Navarra. La ornamento interior, de la que no queda prácticamente falta, estaba compuesta por yeserías, azulejos, vidrieras y artesonados dorados. Los suelos y las paredes estaban cubiertos de tapices.

Pero la existencia no debe ser pasada por parada: el palacio es una reconstrucción. El edificio inalterable tuvo que ser encumbrado prácticamente en su totalidad a principios del siglo XX, pues un incendio colocado por las guerrillas españolas durante la Supresión de la Independencia (1813) acabó definitivamente con él. En existencia, su decadencia había comenzado varios siglos antiguamente, con la anexión de Navarra a las Coronas de Castilla y Aragón en 1512, ya que desde entonces pasó a ser utilizado por los virreyes como mera residencia esporádica.


Estado del Palacio Positivo de Olite a finales del siglo XIX


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¿Qué ver en el Palacio Positivo de Olite?

Por otra parte de la Cámara de los Yesos o Sala Mudéjar, punto del castillo que conserva la ornamento llamativo, el viejo atractivo del palacio es la torre del homenaje, su punto más parada. Elevada 40 metros sobre el pueblo, es la torre más incorporación del palacio, siendo la única concesión de carácter marcial que se puede encontrar en el edificio. Todavía destacan la Torre del Depósito, la Torre de las Tres Coronas, la Torre de la Observador, el Patio de la Morera o el pozo de hielo, excavado a las arrabal del castillo.

Como curiosidad, el Palacio Positivo de Olite fue predilecto en 2008 como la primera ‘maravilla medieval’ de España por la ‘Revista Medieval’, que celebraba su cuarto aniversario. Lo eligieron por delante de maravillas de la talla del monasterio de la catedral de Santiago de Compostela, la Alhambra, el monasterio de San Millán de la Cogolla o el monasterio de Poblet.

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