Yolanda Daz: de la sopa de siglas a sostn del poder de Snchez


  • Nuevo gobierno Sánchez mantiene los 22 ministerios: Bolaós asume Justicia, sitúa al canario Torres en Política Territorial y Alegra será la portavoz
  • El panel La investidura deja una España dividida en dos: Sánchez no convence al 53%

Yolanda Díaz -1971, Fene (A Coruña)- abogada laboralista y, desde enero de 2020, estrella de la política nacional por decisión de Pablo Iglesias, primero, y Pedro Sánchez, después. Fundadora y líder única de la plataforma Sumar desde 2022, ha pasado por una auténtica sopa de siglas, siempre en el ámbito de la izquierda: Izquierda Unida, alternativa de izquierda gallega, en Marea, Podemos y Unidas Podemos. Y siempre militante PCEcomo su padre, Suso Díazexsecretario general de CCOO en Galicia, y su tío xosExdiputado en el Parlamento de Galicia por el BNG.

Hija de un barrio obrero al lado del astillero NavantiaCreció inmersa en los avatares del activismo político y, sobre todo, sindical que vivió su familia. Proviene de raza del galgo. Yolanda siempre ha querido dar la voz de alarma en defensa de los trabajadores, aunque ahora prefiere referirse a “el pueblo”. Procurarles “felicidad” rescatándolos del yugo del neoliberalismo, el capitalismo, los ricos y las élites opresivas.

Mujer de sonrisas, cariño y largos discursos en público, es también una negociadora tenaz y, según sus detractores, capaz de transformar una caricia en estocada sin sudar, pasar del calor a la frialdad con un giro de rueda y dejando en la cuneta a los que están en problemas. Tenía amigos sin pestañear.

De esto sabe algo quien fuera el alma máter de Podemos, Pablo Iglesias, el auténtico impulsor de la carrera de Díaz en el panorama nacional. La catapultó a Podemos, la introdujo en el consejo de ministros con la cartera de Trabajo como cuota morada y, finalmente, cuando abandonó el Gobierno de coalición, ascendió a Pedro Sánchez para ascender a la vicepresidencia tercera. En el salto a la vicepresidencia segunda, cargo en el que repite, además de la cartera de Trabajo, no intervino el ex mentor del que Díaz, ya en las alturas, estaba muy alejado.

Atrás quedó hace tiempo la etapa en la que Pablo Iglesias e Irene Montero la consideraban una íntima amiga, una excelente persona y política capaz de todo para luchar por los trabajadores y el país. Ahora, esa relación sólo rezuma resentimiento y desconfianza.

Díaz se desmarcó del fundador de Podemos nada más dejar el poder y ella optó por emprender la escalada para posicionarse junto a Sánchez. Ferrolana ha ido ganando protagonismo, primero por la decidida gestión que ha llevado a cabo en el ámbito de su ministerio y en la que ha conseguido claros éxitos. Su suerte incluso le devolvió la sonrisa cuando estuvo al borde del abismo, al darle el voto equivocado de un diputado del PP con el que pudo salvar su reforma laboral. Y ella, después, construyendo una plataforma, el Movimiento Sumar, para despegar como política global con entidad propia aunque, de momento, su lugar es servir de muleta a Sánchez para mantenerse en el poder.

Yolanda Díaz se postuló a la presidencia del Gobierno en las elecciones del 23-J al frente de Sumar, un conglomerado de hasta una quincena de partidos radicales de izquierda y populistas, con el que consiguió un resultado peor que el conseguido por Unidas Podemos en las elecciones. elecciones. anterior. Sin embargo, los 31 escaños, no todos bien igualados, que le sitúan como cuarta fuerza en el Congreso, han sido fundamentales para que el líder socialista pudiera sostenerse en el Gobierno. Ha habido un toma y daca entre ellos dos, un ganar ganar para ambos: abrazados podan; separados, no.

Y juntos han logrado mantenerse en el poder y conseguir un nuevo mandato. No será fácil. Ambos tienen serios obstáculos que superar. Si uno cae, el otro cae. Y viceversa. La suya es una unión galvanizada de conveniencia pero no inmune a la corrosión. Yolanda Díaz tiene un problema en su plataforma que amenaza con crecer: son los cinco diputados de patas negras de Podemos que han sobrevivido a su purga preelectoral. Ione Belarra, secretaria general de la formación morada y ésta, cercana a Iglesias y Montero, los capitanea.

Son muy pocos, pero en un grupo parlamentario de 31 se notan. Basta con que en el momento más peligroso rompan la disciplina de voto y dejen al descubierto la mayoría compleja que necesitan Sánchez y Díaz. Los rebeldes pagarán por ello, pero también su líder. De momento ya han lanzado avisos.

Presencia e influencia

Más allá de este riesgo cierto con el que Yolanda tendrá que luchar, la vicio intentan monopolizar la presencia y la influencia más allá de los poderes de su cartera. Yolanda Díaz ha probado las mieles del poder político, en sentido amplio, y le ha gustado. En su última etapa como miembro de su último Gobierno, cuando Sánchez la presentó como cara B de su fórmula electoral, supo que ante ella se abría un nuevo camino. Pisó el terreno de otros ministros, maniobró para acorralar a quienes la hacían sentir incómoda y cruzó líneas para monopolizar la atención y aprovecharla. Ni siquiera dudó en realizar un book fotográfico con el fugado Puigdemont en Bruselas. Eso lo dicen a espaldas de Sánchez. Tras el revuelo inicial, la aventura no salió nada mal. Ahora, Puigdemont es el nuevo socio legislativo con el que habrá que negociar todo y Díaz, para empezar, tuvo la valentía de ser el primero en darle cariño delante de todos.

Yolanda también tiene una baza siempre importante en la izquierda: su total sintonía con los sindicatos. CCOO es su segunda casa y no es pequeña. El arraigo territorial que aún le falta a su partido puede proporcionarlo la unión histórica. No es poca cosa en los tiempos que se avecinan con importantes retos económicos y una larga lista de compromisos en el ámbito laboral que la propia Díaz ha impuesto al nuevo Ejecutivo. El desafío al que se enfrenta es enorme pero, por ahora, nada ni nadie ha podido detenerla.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *