Las consecuencias han sido catastróficas para la población civil que quedó atrapada en el fuego cruzado. Más de cinco millones de personas han tenido que huir de sus hogares para escapar de la violencia colosal, la mayoría de las instalaciones médicas ya no funcionan, y la hambruna y las enfermedades van en aumento. Los enfrentamientos han hexaedro pie a una emergencia humanitaria tanto en Sudán como en el resto de la región, que ya estaban luchando para hacer frente a los desplazamientos masivos, las turbulencias económicas y los impactos climáticos antiguamente de que estallara la última crisis.
En ese complicado contexto, el baloncesto se erige como la aparejo para sufrir a extremo un cambio, un cambio por la paz y la convivencia en Sudán del Sur.
“El baloncesto trae paz, bienquerencia y alegría”
“Estamos muy orgullosos de que nuestros jóvenes puedan retar, y si continuamos, creo que podremos resolver algunos de nuestros sociales“, explica Jacob Anther, ludópata del Película del Oeste Equatoria.
Y es que problemas sociales como la pobreza, la desigualdad o la polarización étnica se dejan a un flanco aunque sea por una semana, que es lo que dura el mencionado torneo. Según Geoffrey Omon, presidente del comité de bienestar de la Encomienda de las Naciones Unidas en Sudán del Sur, estos programas pueden ayudar a solidificar una paz duradera a medida que esta inexperto nación se acerca a sus primeras elecciones posteriores a la independencia en diciembre de 2024.
“El baloncesto es uno de los juegos que trae paz, bienquerencia y alegría entre los miembros de la comunidad”, asegura Geoffrey Omon. Alegría que esperan transmitir a todo un país en pugna, en un triple en toda regla a la pobreza, la desigualdad y la violencia étnica.